(Marcela_Bertozzi)
La gallardía blanquiazul mantuvo intacto el invicto de Cartaginés , un líder que ayer demostró ante Uruguay que también sabe lidiar con la adversidad.
Fue quizás la tarde más difícil que ha tenido el sólido equipo de Javier Delgado, acostumbrado a manejar los partidos según su ritmo y condiciones, no tanto a tener que remar contra corriente.
Pero el turno le llega a todos y así fue para los de la Vieja Metrópoli, que en solo ocho minutos se encontraron, por primera vez en todo lo que va del Verano, abajo en el marcador.
Fue una sorpresa para un conjunto que, como siempre, trató de llevar la voz cantante del juego desde el pitazo inicial, pero que no contaba con la potencia aurinegra en el juego aéreo.
Ahí estuvo la principal arma de los uruguayos, en explotar un terreno donde llevaban ventaja con hombres como Dave y Roy Myrie, Rudy Dawson o el mismo Keiner Brown.
Un tiro de esquina de Johan Condega se confabuló con la cabeza de Roy Myrie para abrir el marcador en la primera llegada local de todo partido.
Fue una experiencia nueva para el líder, que no perdió la cabeza ni se detuvo mucho a tratar de digerir el tempranero golpe.
El problema para los brumosos es que las dimensiones del estadio Labrador hacen casi imposible ese juego de toque que predican y eso le atrofió el talento a Mauricio Castillo, ayer rodeado por un mar de piernas rivales.
Expulsión y cambios. Apenas reanudado el compromiso, el invicto brumoso se encontró con otra amenaza: la expulsión de Carlos Johnson por doble amarilla.
Fue un golpe durísimo para un equipo que ahora no solo tenía que buscar el gol, sino también aguantar largos 45 minutos lidiando con la siempre difícil inferioridad.
Pero los titubeos no van con ningún líder y antes de que el daño fuera mayor, Delgado sacrificó a Félix Montoya para darle paso a Iván Pailos, la clave del empate ayer. Con él, los brumosos entraron en el juego aéreo; con él, Paolo Jiménez pudo celebrar esa merecida anotación que Cartaginés buscó con entrega y corazón, arriesgando todo en busca de ese sufrido empate.
Uruguay respondió y buscó algo más con el ingreso de Marvin Angulo, inspirado como hace tiempo no se le veía pero diezmado por las fallas de definición arriba.
Al final, la igualdad premió a la visita y castigó la falta de pólvora de los locales. El invicto del líder sigue y lo hace adornado con el cobijo de la gallardía brumosa.