Al muñeco del Cartaginés no le podemos poner la cara de Hugo Cruz. Pese a su cuestionado arbitraje. ¡Eso sería disfrazar las verdades ocultas de un equipo que tenía todo para triunfar y que, otra vez, se ha quedado buscando explicaciones entre canallas, mitos y leyendas.
Cartaginés no clasificó porque hizo partidos muy malos. Como siempre, batalló contra los grandes y apenas fue caricatura en muchos encuentros que se suponían fáciles, por la monta del rival. Sería bufonesco decir que “los pequeños se preparan solo para ganarle al conjunto azul”.
Digno de una tesis en Psicología. Mejor, un tratado. La provincia más religiosa del país, que se inventó un mito, una superstición, para justificar la imposibilidad de triunfar. Si hay un muñeco enterrado, si un cura maldijo al equipo por invadir su iglesia, si un árbitro siempre se “pasea” en todo, si hay algo de eso, no es necesario encontrar justificaciones terrenales, confrontar a los directivos, exigir a los jugadores, cuestionar a los técnicos. ¡ Así de fácil!.
Es más cómodo echarle la culpa, de cuando en cuando, a un mal arbitraje, que buscar, en ese mar de razones perdidas, algunas que tengan pies y cabeza. Como la eterna confrontación entre los mismos dirigentes, acusados muchos por lucrar en el pasado con las arcas del club, por “politiquear” desde el palco futbolero, por aspirar desde el mismo asiento a ganarse el premio del “gran bombeta del año”.
Mejor es maldecir a un muñeco histórico que justificar la falta de ídolos locales, o la ausencia de verdaderos líderes, con carácter suficiente para agarrar a patadas todos esos espantos y fortalecer el ánimo de sus compañeros. Gladiadores de la cancha, pero también del camerino, a quienes no les pesen los cuentos, los fantasmas ni las escobas que, dicen los supersticiosos, vuelan por el Fello Meza década tras década, torneo tras torneo.
Porque mientras Cartago siga condenando árbitros, lo único que va a lograr es perpetuar su “maldición”.
Descargando su frustración contra el hombre de negro, olvidarán aquellos partidos de pesadilla, las noches tenebrosas de los goles malogrados, los errores del entrenador y sus hombres en el juego final, los pleitos del fiscal con el cuerpo técnico.
En fin, vistiendo de muñeco a Hugo Cruz o a cualquiera de los árbitros que ayer y hoy jugaron en contra del Cartaginés, le daremos vida a la leyenda de que el maldito “Cartaguito” no tiene remedio.