Alajuela. El América no fue el temido campeón ni la Liga el conjunto timorato de otros duelos. El león rugió y bajó del cielo a unas insulsas águilas. Las mordió una vez, pero pudieron ser más.
En un duelo abierto, de sistemas iguales pero de más talento en el lado visitante, Óscar Ramírez encontró las claves para dominar el juego en el complemento.
Inició crispado el partido, ni los erizos se creían la terrenalidad del rival y la facilidad para atacar.
Por eso fue que Palacios y Kenneth García se comieron las primeras dos opciones, apenas en los cinco minutos iniciales.
Un pulmón incansable fue la clave para incomodar a los aztecas.
Desde entonces se lucía un pícaro Luis Miguel Valle, así como un sólido Ariel Rodríguez.
Sin embargo, tampoco venía a pasear el América y un remate de Luis Gabriel Rey, al 22’. despertó las intenciones de llevarse el triunfo.
Los americanistas hicieron lo mismo que los manudos pero mucho mejor hecho. Presionar, recuperar y abrir espacios...
Ahí estuvo Pemberton salvando y la defensa exigida, pidiendo tiempo para llegar sin heridas al medio tiempo. Todo para darle a Ramírez el chance de reivindicar.
Se desapareció el América. Todo lo bueno que hizo el Rifle Andrade en la inicial desapareció, marcado por un Rodríguez que bien aprendió a quitarle el aire al colombiano.
Sin en ese norte en su juego, las águilas se perdieron del campo.
Cuando el estratega Miguel Herrera se dio cuenta de que el león le respiraba en el cuello no pudo más que intentar pactar un empate.
Disparos fáciles o desviados anunciaban que venía el mejor momento del Alajuelense. La grada se metía de lleno y los futbolistas encontraban la calma para mostrar lo que no habían hecho hasta ahora.
Al partidazo de los contenciones se sumaron otros. Palma desapareció a Rey, Salvatierra mandó por la derecha y el brasileño Vieira jugó su encuentro menos malo desde que se vino a conocer el Istmo.
Hasta el amedrentado Porfirio López se lució en la retaguardia.
Era la mejor noche de la Liga en muchos meses. Más el lunar lo ponía un desatinado Palacios, candidato a culpable si todo quedaba en unas grises tablas.
Mas al 80’ llegó la jugada de Aguirre que condujo a Caya Alonso para que lo bajaran en el área. El árbitro pitó penal y el estadio se calló, por un instante nadie se lo creía: el triunfo se podía acariciar.
Cuatro minutos después Sánchez cobró certero para despejar los nervios de la parcialidad.
¡Increíble! Machillo más que ganarle al América lo desapareció de la cancha del Morera.