Un pedazo de butaca se estrelló al final sobre el terreno de juego....
Algún energúmeno descargó así su insolencia por la frustración, tras una actitud ciega y temperamental ciertamente, pero injusta con el espectáculo.
Porque, a decir verdad, el clásico fue un gran partido. Si Alajuelense ganó en buena lid (0–2), Saprissa cayó en pie de lucha. Y lo que vimos, a fin de cuentas, fue un mano a mano de sagacidad y estrategia que derivó en ajedrez.
El encuentro mostró dos caras. En la primera parte, la jerarquía fue morada. Después la Liga, intérprete de la cautela, pasó a encender las luces de las iniciativas.
Sin embargo, a pesar del dominio que ejercía Saprissa en el primer lapso, su ritmo de juego se atascaba cada vez que Walter Centeno intentaba tomar la esfera, presionado al centímetro por sus rivales.
El pecado tibaseño del primer tiempo radicó, precisamente, en la imposibilidad de traducir en cifras la frecuencia de sus avances.
Al promediar el cuarto de hora, mientras los artilleros locales habían enviado dos o tres remates calientes a Patrick Pemberton, los erizos se limitaban a cortar los hilos del mediocampo y a intentar algún disparo lejano, como aquel de Pablo Gabas que resolvió Víctor Bolívar. ¡Espectacular!, al 25’.
La chispa de Luis Miguel Valle al cobrar de inmediato una falta, habilitó a Alejandro Alpízar, toque a Cristopher Meneses, incursión, fogonazo y acierto en las redes (65’).
A 25 minutos del último pitazo, la reacción delirante y violenta de las almas de piel morada contra los de su grey, hacía pensar que a los favoritos se les acabaría el cartel.
En eso, apareció Froylán Ledezma. Lento como una tortuga, el “viejo cachorro” aportó, sin embargo, el caudal de su experiencia y “fusiló” a Víctor Bolívar, de gran actuación, a pesar de los dos goles.
Al final, la Liga venció en buena lid y aspira a clasificar, una ilusión que todavía se le antoja lejana; Saprissa sufrió en pie de lucha.
Un pedazo de butaca se estrelló en el campo. ¡Qué pena!, un cierre tan incongruente con la dimensión de un clásico que ayer, del sudor trascendió al ajedrez.