¿Cómo está su ánimo después del juego?
Estoy muy bien, bastante fortalecido. Observé el video antes de salir y analicé las cosas; estoy consciente de que fue una acción que puede darse en cualquier momento. Me topé con un camerino fuerte, que me apoya y eso ayuda aún más.
¿Qué análisis hace de la acción tras ver el video?
Mi primera opción fue pegarle al balón de primera mano, lo que pasa es que Juan Vicente Solís achicó bien y pensé que si lo hacía, podía pegarle la bola a él y quizás terminaba adentro. Opté por amagar y tratar de volver abrir hacia el costado, pero no salió. En el fútbol uno siempre aprende por más años que se tengan, siempre hay que sacar las cosas buenas y las malas. Ahora quedará hacer las jugadas más sencillas para no correr riesgos.
¿Qué le pasó por la cabeza tras el gol al filo del final?
La primera hora es difícil; a usted se le viene a la cabeza que pudo hacer otra maniobra y se pregunta por qué pasó eso. Ahora no puedo echarme a morir, decidí levantarme con fortaleza mental y buena actitud porque ya el domingo tenemos otra prueba más en busca de mantenernos en la zona de clasificación. Tenemos que levantarnos y echar para adelante; el tiempo de lamentos pasó, no hay que darle mucha cabeza al tema.
¿Qué le dice su experiencia?
Es un trago amargo. La experiencia me dicta que no tengo que alocarme cuando hago algo bien y mucho menos cuando pasa algo malo, lo que debo mantener es la ecuanimidad. Todo fue una acción fortuita en la que no pude terminar el amague como debía ser; el balón se me quedó.
¿Qué le pareció la reacción de la afición (que lo apoyó)?
La verdad no tengo motivo para esconderme. El liguismo es una afición exigente, pero que está en las buenas y en las malas. Óscar (Ramírez) me dijo que no tenía motivo para bajar la cabeza, que saliera con la frente arriba.