Heredia De la mano de Alejandro Aguilar Alajuelense salvó una noche de dudas y tradujo en tres puntos una de sus peores presentaciones en lo que va del Invierno.
Tan oportuna como evidente, la mano del ariete le solucionó a la Liga un partido que no mereció ganar, aunque tampoco se puede decir que estaba para perder.
Su agónico gol al 88’ fue la llegada más clara que la Liga fabricó ante una Universidad de Costa Rica que ayer se guardó los complejos para intentar sorprender.
Pero todo eso llegó muy tarde, porque antes el certamen tuvo que vivir un juego más de esos que parecen destinados irremediablemente al casi siempre aburrido 0-0.
A la paridad de la primera mitad se le podrían buscar razones, justificantes entre esquemas y figuras que la expliquen, pero ese ejercicio podría ser demasiado forzado.
Anoche sencillamente la paridad se sostuvo por esa pasmosa impotencia de los dos bandos por llegar al gol y no tanto por la virtud contraria de impedirlo.
Porque en la gramilla del Rosabal Cordero ni siquiera valió la excusa habitual de la propuesta ultradefensiva de la Universidad, que en Heredia dejó ver solvencia atrás sin renunciar al ataque.
Por eso es justo para los académicos el reconocerles que fueron los que más se preocuparon por abrir las cuentas, como también es cierto que su principal pecado ayer fue esa falta de recursos arriba.
La Liga, en cambio, tenía en la cancha la maquinaria necesaria para fabricar sino goles por lo menos opciones, pero los erizos se guardaron el título de “grande” y se dejaron ver como un equipo sin mayores aspiraciones.
De hecho su mayor logro recayó en los guantes del emergente Dexter Lewis, ese que malogró la otra opción clara de gol de todo el partido cuando detuvo el cobro de penal de Lucas Gómez apenas al 19'.
Ahí, tempranísimo en el reloj, se acabó la primera mitad.
Cambio. Para el complemento la mayor incógnita estaba en esperar la movida del Machillo, un estratega conocido por reparar, a golpe de timón, las flaquezas de su equipo.
Y aunque llegaron un poco tarde, los ingresos de Allen Guevara primero y más tarde Aguilar, cumplieron con la fama que tiene ese libreto de Ramírez.
La acostumbrada velocidad del Cusuco alcanzó para meter nervios en la parte baja de la U, que mantuvo su apuesta por las bandas pero no se benefició de sus relevos.
Tampoco ayudó en mucho la salida de Kevin Sancho al 70', castigado por la mano algo ligera del central Jeffrey Solís.
Pero justo cuando el liguismo sentía de cerca el lamento del empate apareció Aguilar con su grito de gol, el ariete que llevó a Alajuelense de la mano hacia una gris pero celebrada victoria.