Con cánticos y sincronizaciones de palmadas y brinquitos, muy al estilo a las barras bravas de América del Sur o las europeas, la afición saprissista está afinada.
El domingo pasado, en el estadio Carlos Ugalde de San Carlos se vivió una fiesta muy similar a las que se verifican en los grandes escenarios suramericanos y del Viejo Continente.
La orquesta morada está lista. El director y responsable de que los aficionados no desentonen es el mismo presidente de la hinchada de la Universidad Católica de Chile, la misma que le ayudó a ese club a arrebatarle la Copa Interamericana a los morados en setiembre pasado.
Su nombre es Eduardo González. Un hombre de aproximadamente 1,67 metros de estatura, pero con la garganta y el empuje propios de un Goliath, que, a sus 37 años cumplidos y 15 dedicados a este menester, tiene el entusiasmo de un adolescente.
El chileno arribó a nuestro país el sábado 22 de abril, y desde ese momento inició lo que se proponía: hacer que la afición saprissista asimilara y expresara en las tribunas el sabor, la energía, el movimiento que reinan en las gradas suramericanas.
Los sicólogos Pedro Ureña y María Marta Durán coincidieron en que esta labor constituye un apoyo positivo al equipo, aunque no deja de resultar un arma de doble filo. (Nota aparte.) Aficiones organizadas, similares a la morada, existen en otros equipos de la Primera División, aunque no cuentan por ahora con un líder. (Nota aparte.)
Proyecto
González inició su proyecto el mismo domingo con un grupo de 35 aficionados saprissistas, quienes durante el trayecto entre San José y Ciudad Quesada se aprendieron los estribillos que cantaron ese día en el estadio Carlos Ugalde, sede del juego entre norteños y saprissistas.
"Conocí a Saprissa precisamente en Chile, cuando disputaron la Copa Interamericana con la Católica. Me gustó su futbol y me dije que yo podría poner mi granito de arena tratando de motivar a su hinchada en las gradas de este país", afirmó.
El contacto lo realizó por medio del presidente saprissista, Enrique Artiñano, quien se mostró interesado, desde un principio, en traerlo a nuestro país, lo cual se dio con el aporte de algunos patrocinadores.
"Antes de viajar a Costa Rica me reuní con 600 hinchas de la Católica para que me ayudaran con los cánticos que tenía en mente traer al Saprissa", dijo González. "No quiero que solo sean 35 los que canten. La idea es que se multipliquen y se contagien todos los morados", dijo.
Con el fin de que el aficionado saprissista se integre más, la directiva designó la gradería sur para que se ubique la hinchada de González. "Esa será una gradería únicamente para nosotros", acotó.
"Los que lleguen a esa tribuna tendrán que cantar y el que no se apunte a la fiesta se tendrá que largar", tarareó ese estribillo para advetir que hay que cantar y aplaudir.
Medida positiva pero...
Los psicólogos Pedro Ureña y María Marta Durán coincidieron en que la medida de organizar una afición para apoyar al equipo, como el caso de Saprissa, puede resultar positiva, pero también convertirse en arma de doble filo.
Ureña explicó que la llamada ultramorada es una forma de canalizar positivamente la tensión y agresividad que lleva la gente a los estadios.
Agregó que el cambio podría tornarse negativo en el sentido de que en ciertos momentos evidencie el club falta de apoyo por la forma de cómo juegue el equipo.
"Normalmente sucede que el estado de ánimo del público varía de acuerdo al rendimiento del equipo. Con estas barras organizadas lo que se espera es que el apoyo sea parejo", dijo. Para Ureña estos grupos con sus cantos lo que buscan es apoyar y no agredir con palabras e insultos al jugador.
"Es un buen intento para educar a la gente y debe incorporarse poco a poco en nuestro medio. Quizás otras aficiones vean cierta prepotencia en estas barras organizadas cuando visiten otros estadios", expresó Ureña.
Grupo fuerte
Sobre el fenómeno morado, la psicóloga Durán reconoció que la barra saprissista "se ha caracterizado a lo largo de su existencia por ser una de las aficiones más fuertes del país, pero no ha sido bien organizada".
"Creo que una orientación con una persona que reúna la suficiente experiencia podría transformar ese impulso a cosas realmente positivas", dijo Durán.
Agregó que además los fenómenos de masas pueden presentarse como buenos, cuando en este caso se induzca al apoyo positivo, pero en caso contrario puede trocarse en un arma de doble filo.
En otras de sus observaciones recalcó la verdadera importancia, en el sentido de la responsabilidad, que tiene la persona que está a cargo de la manifestación de apoyo.
"Su papel de líder le da la facultad de tener el control de la barra por lo que necesariamente debe estar preparado a calmar los ánimos en situaciones de atención y peligro", comentó Durán.
Otras voces de aliento
No todos los equipos cuentan con aficiones organizadas; sin embargo, tienen algunos grupos encargados de apoyar al club respectivo.
Alajuela: Posee una cimarrona, que se suma a la fanaticada manuda en total apoyo. Por su parte, los hinchas rojinegros se caracterizan por portar prendas con estos colores y corear el "liga liga" sincronizando sus aplausos manos arriba. Se ubican en la gradería popular.
Herediano: No cuenta con un movimiento de hinchas establecidos en grupos definidos. El apoyo es esporádico.
Cartaginés: Para el año de 1988-89 llegó a las gradas del Fello Meza el español Manuel Cáceres Artesero, personaje reconocido mundialmente como Manolo el del Bombo, hincha número uno de la Selección de su país. En la actualidad ocho personas acompañan con una cimarrona al equipo desde las gradas.
Puntarenas: Por su ritmo de carnaval es catalogada como la hinchada con la comparsa más alegre. Se ubican de igual forma en el sector popular.
Pérez Zeledón: De una misma forma los hinchas del sur utilizan una comparsa, donde la mayoría se pintan sus rostros. En esta octagonal son auxiliados por un grupo de niñas porristas.
De igual forma las barras de San Carlos, Ramonense, Belén, Turrialba, Sagrada Familia y Limón apoyan a sus jugadores con comparsas, que generalmente se ubican en las graderías populares.