Sin dejar de lado las dudas que la acompañaron durante toda la Copa Centroamericana , la Sele sigue avanzando y ya está en la final.
Es solo un paso lo que le falta para recuperar el trofeo del Istmo; pero una carrera entera para desplegar el desempeño que todos sueñan del equipo costarricense, ese que conquiste hasta los más negativos que, hoy por hoy, son muchos.
La Tricolor salió en el primer tiempo con un poco menos de ímpetu que los partidos anteriores; sin embargo, ese faltante lo tradujo en calma para distribuir la pelota.
La razón fue que El Salvador, a diferencia de lo que algunos pudieran pensar tras lo visto en la primera fase, fue otro de los que se echó atrás a jugar al contragolpe.
Ante este tipo de situaciones no hay que engañarse: durante la hexagonal final hacia el Mundial de Brasil 2014 , de este tipo de juegos habrá pocos. O más bien, ninguno. Quizás es hasta más probable que sean los costarricenses los que apliquen tal estilo (sin decir que este no sea válido, pues lo es).
No obstante, eso no significa que cuando a la Sele le den la oportunidad de mover el esférico con libertad, no haya que aprovecharlo. Anoche lo hizo de nuevo.
Combinaciones. Los ticos intentaron retomar el hilo que cortó ante la selección de Guatemala y el cual impuso contra Belice y Nicaragua.
Por ratos, el balón se trasladó de adentro hacia afuera y de afuera hacia adentro.
Las imprecisiones mancharon el buen toque, pero algo de claridad en el último cuarto de cancha (factor ausente durante todo el certamen), comenzó a asomar levemente la nariz. Fue muy poco, pero peor es nada.
Lo que definitivamente anda extraviado de las filas de la Selección es la efectividad, porque se sigue sin meter las poquitas que quedan.
Osvaldo Rodríguez, Álvaro Saborío y Randall Brenes tuvieron las mejores posibilidades tras buenas combinaciones, pero los tres futbolistas se fueron en blanco con el detalle en las redes.
En esos momentos, donde el gol no se acerca por ninguna parte, es cuando la desesperación empieza a llegar y azota como la niebla: oscurece todo lo que ve.
Si el sentimiento absorbe al público, este lo expresa con silbidos y abucheos; si lo hace con los jugadores, estos lo profesan con más pases malos. Todo eso sucedió en gran parte de la segunda mitad.
La idea se perdió, generando confusión en toda las líneas.
Empero, tenía que haber justicia por algún lado, dado que aunque fue a tumbos, Costa Rica había sido bastante mejor que su rival.
La cabeza de Rodney Wallace al 72’, luego de un centro de Rodríguez, le salvó la noche a la Tricolor y aportó lo justo para por lo menos clasificar a la Selección a una nueva definición ante el máximo rival del área: Honduras.
No hubo brillantez; pero la misión de pelear el cetro está viva y a todas luces es mejor que tener que verla en televisión..., y en casa.
Además, siempre queda esa ilusión de que, tal vez, en el próximo partido las cosas saldrán mejor.