Si a Zinedine Zidane le faltaba algo para anclar en el corazón nacional era adoptar la expresión de cabecera que nos distingue como sociedad y largarla en pleno festejo por la tercera Champions en fila.
Ese “pura vida” en el clímax de una conquista histórica, paseándose en boca del técnico más exitoso del planeta en la actualidad, patentó el peso de Keylor en un camerino que lo acogió con reservas casi cuatro años atrás.
Navas esparció en la intimidad merengue esa expresión país, pegajosa, simbólica y, quizá, transgresora para quienes respiran aires del primer mundo, pero, a punta de buenas actuaciones y conquistas, la legitimó como un estilo de vida aspiracional.
Por eso, en su hora más gloriosa, el ahora exentrenador del todopoderoso Real Madrid, rey de copas europeas con 13 Champions, se entregó al reino del pura vida y sus goces.
La huella que dejó el francés en el banquillo merengue se mide en títulos, nueve de alcance europeo y mundial en apenas 30 meses de gestión, que lo convierten en leyenda blanca.
Y justo por querer seguir anclado allí el jueves estremeció al mundo con su salida, libre de cuestionamientos y con una saga de conquistas que lo emparenta con los más grandes en la historia del equipo.
¿Acaso habrá algo más pura vida que marcharse ganador, protagonista, referente, pariente en primer grado de las vueltas olímpicas con repercusión europea y mundial?
El francés domó un camerino de megaestrellas con su estilo paternal, sus cuotas de confianza a quienes se entrenaban a la espera de la oportunidad –por eso no pegó James Rodríguez– y cumplían con las expectativas cuando se les llamaba.
Y si hay dudas reparen en el nivel estratosférico con que regresaron los otrora suplentes Benzema y Bale, artífices de esta tercera copa al hilo, junto a las paradas antológicas de Keylor.
Y aquí hay que detenerse en la defensa repetida que Zidane hizo del tico, en la confianza ciega en su nivel para mantenerlo fijo en el arco pese al recurrente desfile de sustitutos, que en dos temporadas sumó por lo menos una docena de reemplazos.
Navas refrendó ese respaldo con intervenciones felinas, como aquellas ante Bayern, un recital de ocho paradas decisivas que metieron al Madrid en la final y lo arrimaron a la Orejona.
Por eso Keylor se apresuró a colgar un tuit en el que agradeció al timonel el apoyo, la confianza, las alegrías vividas y la oportunidad de formar parte de un grupo que se cita con la historia como cliente frecuente.
Pura vida Zidane…