Londres. EFE. Un gol de cabeza del central Per Mertesacker, en el primer tiempo, sirvió para que ayer Alemania derrotara a Inglaterra en Wembley, en un encuentro amistoso, que representó la segunda derrota consecutiva de los locales.
Los ingleses, que habían perdido el viernes ante Chile, por 0-2, no encontraron la forma de sorprender a la ordenada defensa de los de Joachim Löw, que llegaban de empatar a uno contra Italia, tras haber cerrado con solidez la fase previa del Mundial como líderes.
El partido era oficialmente un amistoso, pero las gradas de Wembley, con capacidad para 90.000 espectadores, lucían prácticamente llenas para asistir al encuentro contra uno de los rivales más temidos por los aficionados locales.
Algunos todavía recordaban la derrota que sufrió Inglaterra, también en Wembley, en la semifinal de la Eurocopa de 1996, cuando Gareth Southgate falló el sexto penalti de la tanda y otorgó a los alemanes el pase a la final, la cual acabaron ganando a República Checa.
Los ingleses están aún dolidos además por un antecedente más cercano, la sonora derrota por 4-1 en los octavos de final del último Mundial, en 2010, cuando los teutones apearon al conjunto de los Tres Leones antes de lo previsto.
A ocho meses para Brasil 2014, ganar a Alemania era una obligación moral para los ingleses, que no han pasado de cuartos de final en una Copa del Mundo desde Italia 1990 y aspiran a cambiar su suerte.
Los de Roy Hodgson, que se relajaron frente a Chile, confiaban en esta ocasión en la inspiración de Wayne Rooney para doblegar a la zaga alemana, con el central del Arsenal Per Mertesacker al mando.
Rooney se ha enfrentado en cuatro ocasiones a una defensa gobernada por este zaguero de casi dos metros de altura, y nunca logró marcar un gol en esos encuentros.
Ayer, trató de mejorar esa estadística desde el inicio del partido, pero volvió a salir frustrado del campo a veinte minutos del final.
Mientras que Rooney no pudo ayudar a los suyos, Sudáfrica venció al campeón mundial, España.
El tanto de los africanos fue conseguido por Bernard Parker en el minuto 56, en un partido decepcionante de la Furia Roja.
España, que salió con 10 hombres que estuvieron en el Mundial de Sudáfrica 2010, no pudo celebrar su regreso al estadio en el que consiguió su único título del orbe.