Diego Maradona se animó a salir con cuatro delanteros. Tal osadía no les permitió a los argentinos un marcador de escándalo, pero representó uno de los apuntes tácticos más llamativos en los dos primeros días del Mundial.
La Albiceleste puede tomar tales riesgos por dos razones: porque su vocación natural es ir al frente y porque tiene una veta inagotable de media cancha hacia adelante.
Según el planteamiento ante Nigeria, Gonzalo Higuaín era el típico número nueve, el romperredes, con el radar siempre encendido para detectar balones disponibles.
Ángel Di María y Carlos Tévez cubrieron los flancos. Al
A Di María le costó más. Este debe ser su gran momento, según pronostican los analistas en Argentina; hasta se dice que el Real Madrid ya anda preguntando.
No fue su día, pero a lo mejor es de esos futbolistas que necesitan más tiempo para aclimatarse.
Lionel Messi es el cuarto atacante de esta formación. No es mediapunta por los costados, ni centro delantero: tiene libertad para partir desde atrás, siempre con el balón a un centímetro, mientras los compañeros se abren en abanico para darle opciones de pase y distraer a los zagueros.
La
En varias ocasiones Messi inició su cabalgata desde la derecha, para quedar a pie cambiado: así podía caracolear hasta el centro y acomodar el remate de zurda, justo como en el Barcelona. No pudo alcanzar la red por la tarde de inspiración que tuvo el guardameta Enyeama.
Por el lateral derecho, Maradona probó con Jonás Gutiérrez, pero el carrilero del Newcastle no le tomó el gustó al puesto. En la Premier, Gutiérrez juega más adelante, como mediapunta, sin mayores responsabilidades para defender.
La otra opción es Nicolás Burdisso, pero Maradona le dio prioridad a los perfiles de ataque.
Nigeria, por su parte, se ciñó al 4-4-2 fotocopiado de cualquier libro táctico. Su mejor variante era la chispa de Chinedu Ogbuke, el carrilero izquierdo, que le pegó un tremendo baile a Jonás en el arranque del compromiso.