Las prácticas suelen ser “en familia”. Utilizan un cómodo complejo en la localidad de Hengelo, cinco kilómetros al oeste de Enschede. Ahí, con perfil más bien bajo, el equipo de Bryan Ruiz cocinó la ilusión de apear del pedestal al monarca de Europa.
Ayer hubo cerca de 20 periodistas en el entrenamiento, un récord de franquicia. Los pocos medios locales compartieron una “esquinita” a un lado de la cancha con agencias de noticias y prensa de Milán: todos querían ver qué tienen los tulipanes para contener a la poderosa maquinaria de azul y negro.
Mientras el primer equipo se preparaba en una de las siete canchas del complejo, la Sub-17 del Twente hacía ejercicios en otro campo adyacente y en el pequeño estadio principal decenas de escolares participaban de una actividad. Todo el espacio se aprovecha.
Más tarde, en la conferencia de prensa, el entrenador Michael Preud’homme fue amplio al referirse a la virtudes de su rival.
“Es un equipo fuerte con gran poder ofensivo. Los aleros van al frente, la defensa también ..., son difíciles de superar. Sin embargo, nos vamos a organizar para tratar de hacerles las cosas difíciles”, dijo.
El belga también negó que esté planeando asignarle una custodia especial a Wesley Sneijder, el dínamo que mueve a los milanistas desde la mitad del terreno.
El Twente llega con la ilusión de su bautizo en la más importante vitrina internacional. Saben que en un día así no pueden queda mal.