Apenas Costa Rica fue elegida hace tres años como la sede del Mundial Femenino Sub-17, el 3 de marzo del 2011, la FIFA conoció la informalidad de sus ciudadanos.
Sus personeros se percataron de que aquí se trabaja a “la hora tica”, para llegar tarde a cualquier cita. “Nos hemos acostumbrado a ustedes, al The tico times” (el tiempo de los ticos), declaró en diciembre Tatjana Haenni, la directora de competiciones femeninas de la FIFA.
Antes de aceptar esta realidad, el órgano rector fue contundente el 28 de febrero del 2013, al quitar la organización de la cita para las promesas menores de 17 años. El sueño tico se convirtió en una pesadilla, por atrasos en la infraestructura.
El país se había comprometido a edificar un estadio en Jacó, Puntarenas, pero las obras no arrancaron.
El Gobierno de Laura Chinchilla, movió cielo y tierra, puso a correr a todos y ofreció nuevas garantías de cumplimiento. La FIFA recibió un reporte de la Concacaf, tras una cita en Miami (EE. UU.), en el cual se enfatizó en el compromiso de la Fedefútbol y las autoridades gubernamentales para cumplir el mandato. Así, 21 días después, devolvió la sede a los ticos, el 21 de marzo, hace un año.
“Hicimos un plan de actividades y un calendario para entregar a tiempo lo que FIFA nos pidió. Empezamos a estar a tiempo en las reuniones y a tener listos los proyectos”, dijo Federico Rojas, director ejecutivo del Comité Organizador.
Luego, el Gobierno otorgó $3 millones al Mundial a través del Icoder, gestionó la exoneración de impuestos y conquistó seis patrocinadores (el ICE-Kolbi, INS, ICT, el Banco Popular, Banco de Costa Rica y Banco Nacional), que concedieron $4 millones.
Esto allanó la ruta y la copa por fin se jugará del 15 de marzo al 4 de abril, en el Estadio Nacional, el Saprissa, el Alejandro Morera y el remozado Edgardo Baltodano.
Así, el país se convirtió en el primero del Istmo que acoge un Mundial FIFA de fútbol; ya Guatemala tuvo uno en el 2000, pero en futsal. Llegó la hora de ver a las estrellas femeninas del mañana.