Este tema no tiene nada que ver con la vía a Caldera, ni menos con la gran obra inconclusa de los últimos Gobiernos, la platina sobre el río Virilla, algo tan difícil de construir como la gran muralla china. El tema que tratamos aquí es sumamente serio; consiste en los factores que dañan el corazón de los ciudadanos del orbe y de los costarricenses, razón por la cual el próximo 29 de setiembre, acogiendo recomendación de la organización mundial de la salud (OMS), se celebra el Día Mundial del Corazón.
Todos los sectores y los niveles de gobierno, la CCSS, ministerios de Salud, Educación, Cultura y Deportes, municipalidades, asociaciones de desarrollo, asociados internacionales, la sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales y el sector privado, tienen una función esencial que desempeñar en la conformación de entornos saludables y la promoción de la actividad física.
En colaboración con la OMS, la Federación Mundial del Corazón organiza en más de 100 países actos como controles de salud, caminatas organizadas, carreras, sesiones de gimnasia, charlas públicas, foros científicos, exposiciones, conciertos, festivales y torneos deportivos.
Centenares de familias costarricenses lo celebraremos en Cartago el próximo 29 de setiembre. La mayoría ya vivimos un evento cardiovascular; somos fieles testigos de las consecuencias que genera la inactividad física, siendo este el cuarto factor de riesgo más importante de mortalidad mundial. La inactividad física, lastimosamente, está aumentando en todo el mundo, tanto en países con ingresos altos como en los de ingresos bajos.
La OMS recomienda la actividad física, desde luego regulada, y con asistencia médico-profesional, como uno de los elementos ideales para combatir este tipo de enfermedades. Los grandes enemigos que tenemos en nuestra sociedad son el sedentarismo, la alta presión arterial, el tabaquismo, los triglicéridos, las frituras, el estrés, la mala alimentación, el consumo de alcohol y los altos niveles de colesterol tipo L.D.L.
El colesterol es un esterol (lípido) que se encuentra en los tejidos corporales y en el plasma sanguíneo de los vertebrados, se presenta en altas concentraciones en el hígado, médula espinal, páncreas y cerebro.
La lipoproteína de baja densidad (L.D.L.) es conocida como el colesterol malo: es perjudicial para el organismo y se puede acumular en las paredes internas de las arterias que irrigan el corazón. El colesterol bueno (H.D.L) tiene la capacidad de depurar las arterias; es esencial para favorecer la sinterización del colesterol malo en nuestro hígado.
Según informes de la OMS y de la Federación Mundial del corazón, en el año 2005 murieron 17,5 millones de personas como consecuencia de las enfermedades cardiovasculares y para el 2015 se calcula que pasarán de 20 millones.
Dichosamente, en algunos países que toman las cosas con la seriedad del caso se están abocando a construir en su infraestructura urbana lo que denominan “la vía del colesterol”: consiste en construir extensas ciclovías unidas a pistas para caminar y practicar todo tipo de ejercicio, evitando no solo la contaminación de las ciudades, sino que se pueda derrotar, entre otros males, el sedentarismo y otros factores de riesgo cardiovascular.
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