Como reflexionaba Leonardo da Vinci: la belleza tiene que tener un propósito. Costa Rica fue testigo del hermoso rostro de la solidaridad. Cerca de 600 jóvenes visten a un país de alegría. Se lanzan a las calles de 100 pueblos en 5 provincias. Dos largas jornadas donde “llevan sol y llevan agua”. Su meta: recolectar dinero para la construcción de viviendas de emergencia.
Las cifras son positivas: más de ¢38 millones. Superan su meta. El año pasado lograron construir 500 casas y para este año su objetivo es construir 700 antes del cierre del año. Esta iniciativa surge en Chile llegando a ser una ONG latinoamericana en 18 países liderada por jóvenes universitarios mediante trabajo voluntario. Buscan comprometer a toda la sociedad con la realidad en que viven miles de familias en situaciones de pobreza.
Es una juventud determinada a actuar con soluciones concretas. Buscan cambiar la realidad, marcar ese paso adelante que supone dar y a darse.
Manos que trabajan y horas de dedicación.
La Madre Teresa nos recordaba: “Dad hasta que os duela”. Pero a veces sobran los brazos cruzados. Esta es una cruzada ante la necesidad de tomar postura también frente al egoísmo e insensibilidad que parece definir a algunas sociedades. Costa Rica ha dado una respuesta generosa. “La iniciativa hacia la solidaridad es un motor que pone en marcha el futuro. Es recorrer con paso fuerte la senda de la generosidad. Mantener un compromiso con quienes lo necesitan, poniendo el esfuerzo necesario, para ir hacia un mañana mejor”.
Dicen que cuando Octavio Paz recibió en Estocolmo el Premio Nobel de Literatura hizo un diagnóstico, duro pero certero, de lo que ocurre. Dijo que las sociedades democráticas y desarrolladas han alcanzado una prosperidad envidiable; asimismo, son islas de abundancia en el océano de la miseria universal.
El auge del mercado tiene una relación muy estrecha con el deterioro del medio ambiente. La contaminación no solo infesta el aire, los ríos y los bosques, sino las almas. Una sociedad poseída por el frenesí de producir más para consumir más tiende a convertir las ideas, los sentimientos, el arte, el amor, la amistad y las personas mismas en objetos de consumo.
“Todo se vuelve cosa que se compra, se usa y se tira al basurero. Ninguna sociedad había producido tantos desechos como la nuestra. Desechos materiales y morales. Tenemos el deber de criticar nuestras sociedades para perfeccionar el mundo”.
Agradecemos a estos jóvenes costarricenses que con obras nos han entregado un clima solidario, por ser agentes en el proceso de transformar este querido país.