La Asamblea Legislativa dictaminó positivamente la declaratoria de interés público respecto al desarrollo turístico del distrito de Pittier de Coto Brus, iniciativa a la que no me opongo, ni tampoco a que se aplique en cualquier otra zona, cantón o provincia del país, pero me parece absurdo que las comunidades de cualquier parte del territorio nacional y nuestros políticos crean que este tipo de declaratorias conllevan por sí solas la solución de todos los problemas sociales, culturales, económicos, ambientales y políticos.
Cualquier acción en ese sentido, sin el debido proceso y sin las acciones que lo sustenten, es mero populismo . A contrario sensu, se tramitan en la Asamblea Legislativa algunos proyectos de ley, como la Ley para la Recuperación Tributaria en el Proyecto Turístico de Papagayo y la Ley de Territorios Costeros Comunitarios, que, de convertirse en leyes de la República, desincentivarán automáticamente la inversión y el desarrollo de la planta física que el sector requiere.
La función pública, incluyendo a los municipios, tiene la obligación primordial de promover el desarrollo tanto urbano como rural, buscando mejorar la calidad de vida de sus habitantes, así como el bienestar y la riqueza que les garanticen una vida digna y plena.
Desde la óptica turística, debería bastar el análisis y evaluación de los atractivos turísticos, la oferta y la infraestructura básica –lo hace el ICT con los planes nacionales de desarrollo sostenible–, que comprueben el potencial de desarrollo en una determinada región y, si se confirma su factibilidad, lo demás, en buena teoría vendría, por añadidura.
Patrimonio turístico. Definitivamente, el distrito de Pittier cuenta con el patrimonio turístico (según la Organización Mundial del Turismo es el conjunto potencial conocido o desconocido de los bienes materiales o inmateriales a disposición del hombre, como una playa o una montaña, por ejemplo), necesario para desarrollarse eficientemente, pues goza de una gran cantidad de montañas como Fila Coto–Brunqueña, cerros como Bella Vista y Pando, un sinnúmero de quebradas, nacientes y ríos de gran importancia como el Canasta, Cotón, Hamacas y Jaba, entre otros, sin olvidar el Parque Internacional La Amistad, Parque Nacional Cordillera de Talamanca, las aguas termales de Pittier y la Reserva Indígena Guaimí.
El problema es que, para conformar un producto turístico, entendiéndose como el conjunto de bienes y servicios que conforman la experiencia turística del visitante y que satisface sus necesidades, se requiere mucho más que eso: hace falta que el Estado reconozca al turismo –entre otras– algunas condiciones fundamentales. Por ejemplo, organización desde el nivel central hasta el regional para la solución de la cantidad de días y el costo de establecer un negocio en Costa Rica, la congruencia entre la prédica de nuestra agenda verde y la realidad de las agendas azul, gris y café, los servicios de salud y seguridad, las condiciones de los puertos, carreteras y aeropuertos (nacionales e internacionales), y la calidad y eficiencia del transporte público.
Asesoramiento y proyectos. Además, son indispensables un asesoramiento a la mediana y pequeña empresa, la elaboración de proyectos y su divulgación, el apoyo financiero, promoción y publicidad, así como el debido reconocimiento y acompañamiento, la visibilidad del recurso y el potencial turístico de las regiones.
El desarrollo del turismo en Costa Rica, por sus características de distribución y espacio, no puede verse simplemente como un instrumento que fortalece las economías regionales. El modelo, el tamaño y la composición de nuestro clúster (grupo, conjunto) hacen imperativo que esta actividad sea incluida dentro de las estrategias nacionales como una herramienta fundamental para ayudar en el combate a la pobreza y en la distribución equitativa de la riqueza, siendo necesario estudiar, analizar, pero, sobre todo, solucionar aspectos como las necesidades de las comunidades en cuanto a infraestructura y desarrollo, mejoras en la legislación actual, directrices y normas de reconocimiento, y planificación e incentivos para promover el turismo adecuado, acorde con el modelo escogido.
Calidad del destino. Asimismo es necesario contribuir al desarrollo inteligente y sostenible, generar valores agregados, crear estrategias de promoción y mercadeo, atraer inversiones, apertura de nuevas rutas aéreas y supervisar permanentemente el impacto del desarrollo turístico en el medioambiente, en la cultura y en las economías regionales. En pocas palabras, debemos mejorar la calidad del destino para recuperar la competitividad y para que se nos reconozca la diferenciación.
Al inicio taché esta iniciativa como irrelevante, pues no creo que se solucione la problemática del sector con simples declaratorias, sin contenido, sin compromiso y sin voluntades anexas, pero, si me equivoco y esa es la solución, bienvenida sea.
Eso sí, que se amplíe su cobertura y cobije a todos los distritos de los 81 cantones que conforman nuestro país.