Durante la pasada campaña electoral me quedé, como otros, esperando al líder político que le dijera la verdad al pueblo de este ingenuo país, y enunciara, en una forma breve y sencilla, su visión para corregir la marcha que lleva Costa Rica hacia un aletargado futuro tercermundista.
La búsqueda de un líder es importante, pues nuestro país, igual que otros, no ha superado el pensamiento delusorio y regresivo que afirma que los problemas que acarrea el socialismo, se corrigen con más socialismo. Hay consecuencias profundas en juego, si esos líderes políticos no aparecen.
¿Quién les evidencia a los pueblos de Cuba, Venezuela y Argentina –para no hablar de Nicaragua y Bolivia– el hoyo en que se encuentran? ¿Quién les hace ver a esos pueblos la importancia del tiempo desaprovechado, al no abrir los ojos y corregir el rumbo cuando correspondía? ¿Quién les dice a los venezolanos y a los cubanos que la dictadura de Pérez Jiménez fue mejor para su pueblo que la de Chávez, y que la de Batista fue mejor para los cubanos que la dictadura de los Castro?
¿Desperdició Venezuela el momento histórico que le deparó la dictadura de Pérez Jiménez? ¿No hubiera sido mejor limitarse a restaurar las libertades electorales y cívicas sin cambiar radicalmente la marcha económica que llevaba el país? En Venezuela, el Estado despótico de Pérez Jiménez se sucedió con el Estado grande de Copei y los Adecos, y, cuando este régimen corrupto hizo agua, fue reemplazado por algo peor: el socialismo del siglo XXI, que llegó al inédito extremo de entregar su soberanía a “los cubanos”.
Asegurar en Venezuela que la solución es ganar la próxima elección fraudulenta demuestra que no hay líder en ese país.
Ceguera intelectual. ¿Es esta ceguera intelectual producto del ser latinoamericano? Tal vez. Pero la verdad es que la Primavera Árabe también ha producido pocos líderes. Ahora que están desapareciendo las dictaduras en el mundo árabe, los partidos teocráticos islámicos son los que están tratando de llenar el vacío. Pero ¿cuál líder árabe le está diciendo a su pueblo que el islam es una gloriosa religión, pero que el Corán no es la respuesta al desarrollo económico y social del pueblo árabe?
La teocracia islámica de Irán quizá puede darse el lujo, por su enorme cantidad de petrodólares, de quedarse estancada con un Gobierno islámico improductivo y represivo. Igual que el reino de Arabia Saudita. Pero Egipto y Túnez tienen muy poco petróleo y ambos países necesitan préstamos del Fondo Monetario Internacional para sobrevivir. Y, para poder lograr estos préstamos, los nuevos políticos islámicos van a tener que cortar subsidios y aumentar los impuestos. ¿Entienden esto sus líderes islámicos?
¿Quién les está diciendo a estos pueblos que la respuesta correcta a sus problemas no es volver al desprestigiado socialismo árabe, sino a un capitalismo mejor? Lo correcto no es volver al capitalismo de compadrazgos, sino encaminarse hacia un sistema cimentado en una economía de mercado con medidas sociales razonables, a una economía basada en la exportación y gobernada con transparencia bajo el imperio de una ley civil no fundamentada en el Corán.
Hoy día, en Oriente Medio, hay una nueva generación de líderes políticos exitosos. Son los reyes de Marruecos, Jordania y los Emiratos Árabes Unidos que, al lograr la unión de sus respectivos pueblos, han establecido su legitimidad, y las tres monarquías comparten la visión de fomentar el cambio hacia un sistema constitucional más representativo de progreso y modernidad.
A finales del año 2011, el informe Arab Youth Survey reporta que más jóvenes árabes quieren vivir en los Emiratos que en cualquier otro Estado árabe. Estos jóvenes justifican su preferencia porque Dubái y Abu Dhabi se han convertido en centros modernos a nivel mundial y en verdaderas máquinas de crear empleos bien remunerados.
Una dictadura no es una meta estable para ningún pueblo. Sin embargo, la verdad es que las dictaduras del este de Asia, tales como las de Corea del Sur y Taiwán, utilizaron regímenes autoritarios y, desde arriba, construyeron dinámicas economías dirigidas hacia la exportación, y se dedicaron a educar a su gente, tanto hombres como mujeres. En el proceso, crearon una enorme clase media que supo hacer la transición de regímenes autoritarios a democracias vibrantes.
Duras verdades. Hay que salir de lo viejo para darle paso a lo nuevo. Y esto significa el auge de líderes capaces de decirles a sus pueblos las duras verdades y orientar sus sociedades hacia una economía de mercado con medidas sociales razonables, lo mismo que construir amplias coaliciones locales para implementarlas. Ya, en otras partes, líderes políticos han hecho su labor. ¿Cuándo saldrán estos líderes en América Latina y en Costa Rica?