El 28 de setiembre, La Nación publicó una nota titulada “Telefónicas optaron por cobrar tarifa más cara permitida” (*) e inició apuntado que “los precios promedio que han cobrado las tres operadoras telefónicas por sus servicios de voz han tendido a pegarse al techo o límite del rango de tarifas autorizadas por la Sutel, mientras que los precios mínimos promedio evitaron acercarse al piso”.
Esta aseveración, sencillamente, esconde la realidad: los usuarios pagan hoy menos y los precios se ubican muy por debajo de las tarifas máximas.
Algunos conceptos o supuestos hechos planteados son incorrectos, tales como la existencia de una tarifa piso o límite inferior impuesto por la Superintendencia de Comunicaciones (Sutel), tarifas diferenciadas por horarios en el mercado móvil o el cobro entre operadores de un cargo por tránsito para terminar llamadas en redes móviles.
Nos concentraremos únicamente en abordar de forma adecuada la evolución de los precios reales para el servicio de voz prepago y pospago, único servicio mencionado en la nota en cuestión, por lo cual tampoco trataremos la realidad de los precios de Internet móvil que, podemos asegurar, siguen los mismos patrones favorables de acceso de la voz.
Cuando se va a la estación de servicio por gasolina, el precio por litro que pagaremos será siempre el mismo sin importar cuántos litros echemos. En tal caso, precios nominales, promedios o reales son siempre iguales entre sí. En telefonía móvil, por el contrario, el precio real pagado es siempre distinto al precio nominal. Así, que el precio nominal sea ¢34 o ¢40 el minuto no dice nada per se con respecto a los precios reales pagados. Un error de concepto entonces sería equiparar el promedio de los precios tope en el mercado a los precios promedio pagados por los usuarios. Bajo esta incorrecta equiparación se induce a error sobre lo relevante: cuánto verdaderamente pagan y reciben los consumidores y, con ello, cual es el precio real.
Para el caso de pospago, los usuarios entienden que su plan se compone de una bolsa de minutos. De previo al 2011, solo existía un único plan y una bolsa limitada de 60 minutos. A partir de ese año, con el ingreso de otros operadores, entre ellos Movistar, se ampliaron los planes y las bolsas de minutos al punto que hoy, incluso, algunas bolsas específicas son ilimitadas para llamadas. Agotados esos cupos –cuando aplica, es decir, por fuera de las llamadas ilimitadas– se cobra el precio nominal de ¢34. Con base en datos reales de nuestra operación, en promedio, considerando el monto imputable de la renta mensual al servicio de voz, los clientes terminan pagando por debajo de los ¢18 el minuto efectivo de llamada saliente.
Prepago. En cuanto a prepago, la nota busca dejar una conclusión: que el precio pagado por los usuarios ha sido el máximo permitido: ¢40. Esto no es correcto y se explica por la no consideración de la dinámica promocional inherente a esta modalidad: los operadores buscamos atraer a los usuarios prepago con promociones permanentes que, en esencia, consisten en brindar saldos promocionales o cupos regalados con cada recarga.
En el caso de Movistar, por cada recarga de ¢1.000 o ¢2.000, el usuario recibe un saldo promocional equivalente, aplicables para llamadas, además de otros beneficios (por ejemplo, uso de redes sociales gratis). Esta bolsa regalada se coloca de primero antes que la bolsa pagada, es decir, el usuario empieza a disfrutar primero el bono y cuando lo agote, o bien caduque, empieza a cargarse el costo de la llamada (al igual que de la Internet) contra el importe pagado.
Un cliente promedio en prepago utiliza arriba del 80 % de su bolsa promocional con lo cual, sin ahondar en los números intermedios, y nuevamente a partir de datos reales de nuestra operación, el precio promedio por minuto pagado durante el 2015 se situó por debajo de los ¢15 y bajó en un 10 % adicional para el 2016. Esto a su vez es un reflejo de que los usuarios cuentan con la información que les permite maximizar los beneficios promocionales.
Otros beneficios. En este análisis hemos dejado de lado otros elementos consustanciales al servicio, lo que implica que los usuarios hoy reciben más y a un menor precio: acceso a teléfonos de punta subsidiados, la eliminación de cargos administrativos onerosos como el depósito de garantía o el cobro por la activación o reposición de la tarjeta SIM, la inclusión de minutos a otros países o en roaming de la bolsa local y una mayor cobertura y calidad de redes, solo por citar algunos.
La verdad, entonces: los precios reales pagados por los usuarios tanto en prepago como en pospago se encuentran de 3 a 4 veces por debajo de la tarifa máxima y han mostrado una evolución decreciente.
Ciertamente, cada operador tendrá diferencias en estos niveles de precio promedio en función de su estrategia comercial y el comportamiento de sus usuarios, pero el mensaje para efectos de la generalidad del mercado es el mismo: los precios que enfrenta el consumidor no son ni de cerca los que se podrían dejar entrever en la nota y, previsiblemente, seguirán a la baja, como en todo el mundo, por efecto de la competencia entre operadores y de la sustitución de la voz por otros medios y plataformas en Internet.
El autor es gerente de regulación de Telefónica de Costa Rica.
(*) Nota del redactor: el reportaje al cual alude el autor del artículo de opinión se centra en el comportamiento de las empresas en la cobranza del servicio, no en la tendencia de los precios. Texto se basa en estadísticas oficiales de Sutel.