La ciencia avanza a un ritmo que el derecho no puede sostener. Mientras que en los laboratorios científicos se desarrollan y utilizan nuevas tecnologías biomédicas, el derecho requiere procesar lentamente la nueva información, analizar criterios de política criminal óptimos y hacer reformas legales que permitan una adecuada regulación de la biotecnología, lo cual, en Costa Rica normalmente se toma años, o décadas, de tal suerte que para cuando se hace ya es demasiado tarde. Esto trae consecuencias.
Costa Rica podría convertirse en el paraíso jurídico de empresas inescrupulosas que amparadas en la carencia de una regulación clara de protección de nuevos bienes jurídicos, haga uso inadecuado de la biotecnología y sus acciones sean impunes. Por otra parte, podría darse el caso contrario: empresas muy serias que no pueden brindar un servicio biotecnológico de calidad, o llevar a cabo investigaciones biomédicas, dado el vacío legal existente, impidiéndoseles desarrollar a plenitud sus capacidades, ya que aún se sigue satanizando como pecado al avance tecnológico.
En Costa Rica, el derecho continúa tan influenciado por la religión, que en ocasiones los criterios para permitir o prohibir el uso de una determinada tecnología, en el fondo no son jurídicos, sino religiosos. Me refiero a la terapia con células madre, la pastilla del día siguiente, las técnicas modernas de reproducción humana asistida, la manipulación del genoma humano, la clonación humana, la ingeniería genética, la terapia génica, la manipulación de embriones humanos, el uso de transgénicos y un sin fin de avances tecnológicos que en nuestro país, no se encuentran en discusión en la corriente legislativa, salvo por la fertilización in vitro, dado el reciente criterio de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Todas estas técnicas, con el uso correcto, podrán ser muy propicias para la salud del ser humano, aunque es cierto que mal utilizadas podrían ser nefastas para la raza humana misma. De ahí la necesidad de una adecuada legislación.
Regulación necesaria. La regulación temprana de estas y otras biotecnologías traerá consigo una mayor seguridad jurídica para todos. Ya llegó el momento de que en este país se redacte un código de derecho de la salud, que legalice de manera adecuada y responsable todos los aspectos que la biotecnología envuelve: la especie humana, variedad genética, integridad genética, embrión humano, las células madre, fertilización in vitro, información genética, investigaciones biomédicas, el consentimiento informado y muchas otras cosas más que no puedo detallar en este artículo, pero que les compete a las señoras y señores diputados abocarse a legislar, aprovechando la coyuntura sobre las técnicas de fecundación artificial.