La meta de C-Neutralidad es ambiciosa, difícil de lograr y pionera, pero es alcanzable. También es fundamental para consolidar un desarrollo bajo en emisiones y adaptado al cambio climático, y tornar nuestras empresas en eco-competitivas. Muy pocos países hemos asumido este reto. Noruega, por ejemplo, se ha planteado ser carbono neutral en el 2030, a pesar de ser un gran productor y exportador de petróleo, lo cual aumenta sus emisiones y deuda histórica, pero también le da capacidad financiera para invertir en proyectos de mitigación domésticos e internacionales.
La Ing. Marianela Feoli, directora de Fundecooperación, estimó que en el 2021 nuestras emisiones de gases de efecto invernadero alcanzarán 22 millones de toneladas de CO2 equivalente. El país deberá reducir y compensar todo ese volumen (estimamos que un 75% a través del sector forestal y agrícola, y el otro 25% con mejoras en el sector industrial y de transportes).
Desde el sector forestal y agroforestal se compensarán 16 millones de toneladas, manteniendo la inversión del impuesto único a los combustibles que se destina al PSA, aumentando la cobertura forestal del 52% a un 58% del territorio nacional, y sumando esfuerzos del sector agrícola (por ejemplo, el bananero redujo más de 230.000 toneladas de CO2).
Transporte. Para reducir los otros 6 millones de toneladas de CO2 es indispensable actuar sobre la principal fuente de emisiones de GEI en el país: el sector transporte. Estamos promoviendo, entre otras medidas, la introducción de LNG (gas natural licuado), de hidrógeno y el cambio de la flota vehicular de taxis y buses por tecnologías más limpias. Esta renovación del 1% de la flota del país costará casi un millardo de dólares. Sustituir el otro 99% tomará tiempo y se requerirá que los vehículos que continúen usando derivados del petróleo adopten estándares de mayor eficiencia para reducir la intensidad energética y el CO2 por kilómetro-recorrido.
El Minae estimó que, para el 2021, tendremos 2,6 millones de vehículos (1 por cada 2 habitantes) y 3,9 millones en el 2030. Por eso, es un espejismo decir que, si se construye una nueva refinería, pronto caería en desuso, o que iría contra la meta de C-Neutralidad. Más bien, una moderna refinería ayudará a producir los combustibles –que, de todos modos, usará el país– con estándares de mayor calidad, con menos partículas contaminantes y a menor costo. Asimismo, el hecho de no refinar el crudo aquí no implicaría reducción de emisiones, pues el CO2 emitido por el sector transporte resulta del uso de combustibles fósiles, provengan estos de importaciones o de una refinería local.
En el Minae y en el plan nacional de energía vigente (2012-2030) proponemos ahorrar y usar eficientemente la energía, incentivar la sustitución de combustibles fósiles por biocombustibles, reducir la generación de electricidad en plantas térmicas y avanzar en la introducción del LNG. Pero este proceso es gradual. Por ejemplo, en el plan de contingencia elaborado desde el 2004, el país se propuso mezclar la gasolina con 10% de etanol, y el diésel con 5% de aceite de palma. Eso requeriría destinar unas 14.000 hectáreas de caña de azúcar y 8.000 hectáreas de palma. La realidad es que en ocho años hemos agregado entre el 1% y el 4% de etanol en la gasolina, y utilizado pequeñas cantidades de biodiésel. En las licitaciones de Recope para comprar etanol, o nadie participó o los precios ofrecidos fueron exorbitantes.
Combustibles fósiles. El presidente Obama recientemente dijo que dependeremos de los combustibles fósiles entre 20 y 25 años más. La combinación propuesta por Recope hasta hoy sugiere una refinería de 65.000 barriles y varias plantas de biocombustibles para 13.000 barriles por día adicionales, lo cual requeriría plantar en pocos años entre 80.000 y 120.000 hectáreas de coyol y jatropha. Esto conlleva los retos propios de introducir un monocultivo y suele demandar años o décadas (al sector cafetalero le tomó muchas décadas llegar a las 93.000 hectáreas que hoy tiene); y supone lidiar con plagas, diversidad de suelos, sol y agua típicos de los microclimas del trópico, y con el cambio climático. Por todo lo anterior, veo improbable que dejemos de consumir gasolina y diésel en los próximos 15 años, y pienso que Recope debe invitar a las universidades y a expertos nacionales a estudiar cuán rápido podría hacerse la sustitución de los derivados del petróleo.
Alcanzar la meta de C-Neutralidad plantea retos, pero es alcanzable. Ciertamente, el reto mayor es reducir el uso de combustibles fósiles para el transporte. Ese es nuestro talón de Aquiles y, por eso, daremos los primeros pasos promoviendo los taxis y autobuses que operan con energía alternativa, se agregará un porcentaje creciente de biocombustibles a la gasolina y diésel, y continuaremos investigando el hidrógeno como energía alternativa.