"La escuela tendría que educar para la libertad y para la responsabilidad, y no para la sumisión (...)" Juan Delval
En un artículo publicado en La Nacion, el señor Ministro de Educación hace referencia al tipo de persona que debe ser el o la docente, al mismo tiempo que enumera una lista de cualidades que, según él debe tener dicho (a) profesional. Sobre esto quisiera hacer, brevemente, varias reflexiones.
Don Eduardo se refiere a que la profesión de docente es un "don natural", que debe ser cultivado mediante una formación académica y que, de no ser así, se deterioran el civismo, los valores y la "defensa de los derechos del estudiante", a los cuales les atribuye el papel de "víctima" en el pasado conflicto entre el Magisterio y el Gobierno. Yo diría más bien que el sistema educativo nacional, ya de por sí, está muy mal; no sólo en lo que respecta a materia académica propiamente (basta consultar estadísticas, de rendimiento académico y deserción escolar), sino en su estructura misma, pues, sin duda, en este país la educación está al servicio de la ideología de las clases dominantes, por lo menos la enseñanza básica y la diversificada, que permite de esta manera un estilo de educación que no responde a los intereses y necesidades de la población costarricense.
2.- Habría que ver también qué está entendiendo el ministro por "civismo" y "valores". Por cierto, esto va también muy unido al "mandamiento" número nueve de su decálogo, donde dice que el o la docente debe "tener ideales y el respeto a las leyes." ¿Qué es respeto a las leyes? Porque si es apegarse a ellas aunque vayan en detrimento, tanto de la dignidad e integridad personal como de la soberanía nacional, no creo que estén dando un "buen ejemplo de civismo, más bien estarían fomentando el espíritu servil que se nos ha hecho creer, no es inherente.
Más allá de "buena presencia", "puntualidad", "paciencia" y "tolerancia"; la formación académica de docentes debe tener gran parte de técnicas pedagógicas alternativas, un contenido más cercano a la vivencia de los y las estudiantes, así como también debe propiciar el cambio social y permitir el desarrollo del potencial creativo de las personas.
Para finalizar, más allá de proponer un "decálogo" para los educadores y educadoras, lo que se debe hacer es "tomar el toro por los cuernos", ofreciendo soluciones reales basadas en reformas que consideran tanto las necesidades del país, (no de una clase privilegiada) como las de los y las estudiantes.
Los cambios sociales, políticos y económicos que está sufriendo el país, así como los últimos acontecimientos de manifestación popular (de no pocos sectores por cierto) ameritan no solo la consideración de la labor del (a) docente sino también la del papel de la juventud, pues éste debe ser protagónico en todo el proceso de transformación social. La juventud costarricense tiene no solo el derecho sino también el deber de decir y hacer algo respecto a la situación nacional, por lo que proponer solo una lista de cualidades que debería tener un (a) docente, con el fin de que la educación mejore, aparte de mantener el poder del saber absoluto en manos del maestro o la maestra sin darle la posibilidad al (a) estudiante de opinar y cuestionar lo que se le dice, no ofrece ninguna solución real al problema de la educación nacional.
(*) La autora de este artículo tiene 20 años y, es estudiante de 2º año de la carrera de psicología en la Universidad de Costa Rica