Las pintas, esa tradición de ver en los primeros 12 días del año el pronóstico de las temperaturas, vientos y lluvias para cada uno de los siguientes 12 meses, nos indican que el clima en Costa Rica seguirá su curso errático, propio del calentamiento global, y consecuencia del maltrato que estamos dando a nuestro planeta.
Si por las pintas se saca el año, estos 12 primeros días de 2011 no traen buenos augurios para las mujeres.
En menos de dos semanas, debemos lamentar tres femicidios, quizás cuatro. Es mejor no extrapolar este dato al conjunto del año, ya que, en relación con 2010 se estarían casi duplicando las muertes causadas por esta forma extrema de violencia contra las mujeres.
Retrocesos. Las pintas también indicarían que en Costa Rica continuarán los retrocesos en materia de derechos de las mujeres, si se toma en cuenta que el hostigamiento sexual contra las mujeres policías en el Ministerio de Seguridad Pública –problema que hace escasos años fue frontalmente combatido por la viceministra Ana Helena Chacón– vuelve a ser una práctica frecuente que no encuentra una respuesta mínimamente adecuada de las actuales autoridades.
Si continuamos con la lectura de estos primeros días, todo parece indicar que la ceguera triunfalista en materia de derechos de las mujeres seguirá siendo la marca distintiva de algunos jerarcas, quienes prefieren negar los problemas existentes a tomar medidas para resolverlos. El ministro de Seguridad Tijerino declara con soltura que la Policía, esa misma que violenta sexualmente a su compañeras mujeres, puede atender adecuadamente las necesidades de protección de las mujeres maltratadas ( La Nación , 18 enero del 2011), aunque no ha informado aún ni ha explicado cuáles han sido las medidas tomadas ante las numerosas denuncias de hostigamiento sexual en su institución y cuáles son los resultados.
La presidenta ejecutiva del Inamu, Maureen Clark, por su parte, ya nos sorprendió desagradablemente en vísperas del pasado 25 de noviembre, declarando que “solo” se habían cometido 10 femicidios en el año y no los más de 30 que denunciábamos las organizaciones de mujeres.
Igual triunfalismo nos regala al inicio del año, declarando que 2010 terminó con “menos violencia y más amor”, debido a que la cifra de femicidios en diciembre no fue tal alta como la de otros años (Diario Extra , 7 de enero del 2011). Que no había mucho que celebrar nos lo demostraron los tres femicidios cometidos pocos días después.
Que estos asesinatos de mujeres disminuyan en Costa Rica no es cuestión de declaraciones triunfalistas. Lo sabemos bien porque tenemos un antecedente histórico que conviene recordar. En marzo de 2007, en cinco días consecutivos fueron cometidos cinco femicidios. Esto conmocionó al país y hubo una respuesta unánime de rechazo de la población, no solo del movimiento de mujeres y feministas. En esta ocasión, se sumaron en bloque los tres poderes del Estado. Como resultado de todas estas reacciones, se aprobó en pocas semanas la Ley de penalización de la violencia contra las mujeres tras casi 7 años de debate parlamentario.
En esa ocasión, el mensaje de cero tolerancia fue claro, y contra todo pronóstico, un año que hubiera terminado con 40 femicidios cerró con 17, menos de la mitad de los 35 cometidos en 2006.
Lamentablemente, el boicot en la aplicación de la nueva ley envió un mensaje tranquilizador a los agresores, de manera que 2008 recuperó los terribles niveles de femicidio de años anteriores, llegando ese año a 37.
Respuesta del Estado. No hay duda. Los femicidios se pueden reducir drásticamente, y esto no es cuestión ni de los caprichos de la historia ni de las actitudes triunfalistas. Se reducen cuando hay una respuesta contundente y sostenida del Estado que frena a los agresores y garantiza la protección de las mujeres. Sabemos cómo hacerlo. Ya lo hemos hecho. ¿Qué espera la administración Chinchilla para reaccionar?
En sus manos está la responsabilidad de que las pintas de 2011, que tan mal pintan para las mujeres, no sean más que una anécdota que se olvida en el resto del año porque sus previsiones no se cumplieron.