El ayer no se ha ido, permanece en el presente, persevera en el hoy. Cada cual lleva consigo lo que un día inspiró su caminar. Por esto las raíces son importantes, sean personales o institucionales, sin ellas no hay futuro.
Para demostrar la validez de lo dicho me refiero en lo que sigue a los inicios de cuatro historias emblemáticas de la evolución costarricense, situadas entre los años 1890 y 1936.
Empiezo por Enrique Strachan y Susana Beamish de Strachan, quienes fundaron el Hospital Clínico Bíblico (1929), mejor conocido como Clínica Bíblica.
Eran dos espíritus ilustrados, humanistas, nutridos en las tradiciones de la ilustración europea que ellos unieron a sus creencias religiosas. A Enrique Strachan y a Susana Beamish se suma, poco después de 1929, la Dra. Marie Christina Cameron.
A estos tres personajes se les llamó espías del gobierno de los Estados Unidos y personificaciones del mal, y se pretendió, sin importar la calamitosa situación sanitaria que padecía el país, prohibir a cientos de miles de costarricenses el ser atendidos por los médicos y enfermeras del nuevo hospital.
Los Strachan y la Dra. Cameron, sin dejarse vencer por tales obstáculos, introdujeron una perspectiva racional de las relaciones entre el ejercicio de la medicina y el respeto a la diversidad de creencias, subrayando que el desarrollo científico-tecnológico no tiene por qué contradecir las creencias personales, ni viceversa, y que la salud es un proceso integral que atiende lo físico, lo mental-emocional y la capacidad de otorgar sentido trascendente a la enfermedad y al dolor.
Educación. Otra historia ejemplar se teje en torno al linaje educativo-empresarial creado por Miguel Ángel Castro Carazo, al que pertenecen el filatelista-educador Álvaro Castro Harrigan y la actual rectora de la Universidad Latinoamericana de Ciencia y Tecnología, Silvia Castro Montero.
En el marco de este linaje se fundan el Colegio Interamericano (1932), la Escuela de Comercio Castro Carazo (1936), el Instituto de Tecnología Administrativa (1980), la Universidad Latinoamericana de Ciencia y Tecnología (1987), el refugio de vida silvestre La Marta (1991) y la Universidad Castro Carazo (1996).
La acción educativa y empresarial del linaje referido es pionera de la educación a distancia, la educación personalizada, la educación de adultos y la educación superior basada en ciencia, tecnología y humanismo.
Librero. Contemporáneo al linaje indicado existe otro, también de carácter educativo-empresarial, formado por Antonio Lehmann Merz, Antonio Lehmann Ringwald, Antonio Lehmann Struve y Antonio Lehmann Gutiérrez. La historia de este linaje atesora lecciones de trabajo y visión significativas.
Lehmann Merz, quien nació en 1871 en el seno de una familia de agricultores alemanes, se preparó como librero y editor, trabajó en la editorial de Benjamín Herder, luego se trasladó a Ecuador, para llegar finalmente a Costa Rica, invitado por monseñor Bernardo Augusto Thiel, y con la cooperación inicial de los padres paulinos creó y consolidó una empresa para la divulgación del libro: la librería Lehmann.
Seguro. Otra historia emblemática se gesta en torno a la fundación de la Sociedad de Seguros de Vida del Magisterio Nacional, hecho que constituye per se una de las reformas sociales más importantes de los años veinte del siglo XX, y es precursora de la gran reforma social de los años cuarenta.
En la Sociedad de Seguros de Vida, el concepto de solidaridad permanente, originado en los movimientos sociales de la época y en las tradiciones cooperativistas y mutualistas que venían desde mediados del siglo XIX, se convierte en el eje de la experiencia institucional.
Esta genialidad se debe a un maestro alajuelense de nombre Alejandro Rodríguez Rodríguez, quien fue educador, director y visitador escolar, y, junto con otros educadores de la época, concibieron un fondo de socorro mutuo del personal docente que al poco tiempo se transformó en la Sociedad de Seguros de Vida del Magisterio Nacional.
Diversidad de experiencias. Tanto el caso del Hospital Clínica Bíblica como de los linajes educativo-empresariales Castro Carazo y Lehmann, y de la Sociedad de Seguros de Vida del Magisterio Nacional, se trata de iniciativas que evitan la concentración de actividades educativas, culturales, de salud y solidaridad en el ámbito estatal.
Esto es positivo porque permite relacionar los méritos de distintos tipos de experiencias sociales y propiciar la cooperación y apoyo mutuo entre instituciones estatales y privadas.
Lo que ha prevalecido en Costa Rica es un capitalismo democrático y liberal con fuerte tendencia a la inclusión social, la promoción de los derechos humanos y distintas formas de propiedad (pública, privada, mixta, cooperativa, autogestionaria), y este es un hecho de valor histórico irrenunciable.
Si algo demuestra la génesis de las empresas referidas en este comentario, es la necesidad de establecer horizontes de realización claros, acompañarlos con voluntades determinativas y perseverantes, y no tener miedo, porque el miedo paraliza y atrae decadencias. Mucho debe aprenderse de los hombres y mujeres que de 1890 a 1936 dieron vida y proyección a organizaciones como las mencionadas, y mucho debe interiorizarse de quienes han heredado y enriquecido sus legados.
El autor es escritor.