El 9 de noviembre se cumplieron 30 años de la caída del Muro de Berlín, símbolo también del derrumbe del comunismo europeo y soviético.
Sería una omisión recordar la fecha sin darle el reconocimiento al forjador de ideas en hechos Ted Turner.
Para quienes son muy jóvenes y no tienen conocimiento de él, Robert Edward Turner III es un filántropo que donó gran parte de su fortuna para crear la Fundación de las Naciones Unidas de la Organización de la Naciones Unidas (ONU).
Es un magnate de la televisión y creador de la televisión por cable, cuya estrella emblemática es la cadena CNN. Emprendedor extraordinario, es un hombre de paz, cuya principal carta de presentación es la desaparición en Europa Oriental y Eurasia del yugo pseudocomunista. Asimismo, fue dueño de equipos de beisbol y basquetbol.
Supe de Ted Turner cuando viví en Atlanta, Georgia, mientras trabajaba en la Coca-Cola, en 1977. En ese entonces, Turner tenía clubes deportivos y Turner Broadcasting System, que se preparaba para lanzar al mundo CNN, en 1980. CNN fue la primera cadena de noticias televisiva con transmisión global las 24 horas del día.
Conciliador. En ese mismo año, 1980, tuvieron lugar los Juegos Olímpicos de verano en Los Ángeles, sin la participación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), desinvitada por su invasión militar a Afganistán en 1979. La desinvitación, pese a su cuestionable justificación, era un golpe contra la esencia misma de los Juegos Olímpicos y una bofetada a los atletas soviéticos.
Turner propuso, entonces, efectuar los Goodwill Games (Juegos de Buena Voluntad), un acontecimiento deportivo que se celebraría periódicamente en diferentes ciudades del mundo.
Los primeros, en 1986, se llevaron a cabo en Moscú, cuando, por coincidencia, llegué a la reunión de la Federación Mundial de Científicos Jóvenes, en representación de la Universidad para la Paz, y noté el noble espíritu de la iniciativa.
La confianza que Turner ganó y la presencia de CNN en lo que era todavía una muy cerrada ciudad de Moscú, generó una “fiebre” en los países del bloque soviético por tener antenas parabólicos en las viviendas.
Estoy convencido de que el conocimiento del mundo occidental y la “buena vida” que proyectaban los medios de comunicación sirvió para que los soviéticos tomaran consciencia del desastre político, económico y social de su sistema.
Ello, unido a la tragedia de Chernóbil, produjo un ambiente propicio para el derrumbe del comunismo europeo, cuyo símbolo es sin duda la caída del Muro de Berlín.
Paz y diálogo. Turner, a quien conocí cuando visitó la Universidad para la Paz a fines de los ochenta, ha entendido posiblemente la mayor parte de su vida que el logro de la paz necesita diálogo y conocimiento mutuo de los pueblos, dentro de un contexto de respeto y fomento de los derechos humanos, incluidos los políticos, como los conocemos en Occidente, basados en la práctica democrática, pluralista y republicana, en el sentido platónico y rousseauniano.
Asimismo, tengo la convicción de que el emprendimiento de Ted Turner es fiel reflejo de los multimillonarios que han hecho grandes contribuciones económicas a la humanidad, no motivados por el lucro, que más viene por añadidura, sino por ideas superiores.
Es con Turner que se inicia lo que hoy es pan de todos los días, con ligeras excepciones: la gran capacidad de influencia y, por ende, el indudable poder que ha adquirido la comunicación electrónica y, por esa vía, la verbal, la gráfica y la escrita en el mundo.
El autor es exembajador.