Necesitamos la unidad. La unidad es principio y base de la cohesión social. Aunque la política tenga mala prensa puede ser un camino hacia ella.
Somos seres sociales, racionales y libres. Estos tres rasgos humanos hacen posible la política, afirmaba Aristóteles. Podemos pensar y actuar juntos. Nuestros fines pueden confluir, ser comunes. La justicia, la paz y el bienestar económico, que parecen lejanos, nos vinculan y cohesionan.
Unidad no es uniformidad. Diversidad de intereses y fines coexisten y conviven cuando se respeta la pluralidad. La individualidad y sociabilidad humanas pueden integrarse.
No se comprende la unidad si no se comprende la libertad. La pluralidad une. Es un elemento de la política. Otra visión desembocaría en el totalitarismo.
Condición indispensable. La autoridad une. Su concepto político es definido como «la cualidad moral que permite juzgar lo que conviene al bien público». La sociedad no es posible sin autoridad. Es otro elemento unitivo de la política.
La Dra. Teresa Gelardo Rodríguez afirma que los autores clásicos señalaban la autoridad política como el primer valor natural del Estado en cuanto a comunidad.
«Por ello, el Estado que no goce del sostén de una auctoritas real no tiene garantías de perdurabilidad». Sin autoridad no hay estabilidad ni sostenibilidad.
Cita a Hannah Aredent, quien afirmaba que la autoridad cumple una función en defensa de la libertad contra la arbitrariedad de la fuerza y de garantía contra el autoritarismo.
«Es la autoridad la que se rige como portadora de la misión de conseguir la cohesión social, sin eliminar la diversidad», señala Gerlardo. La autoridad une cuando está basada en el bien común, cuando es coherente a su misión.
Bien común. El poder es otro elemento y reto de la política. Es la capacidad de obrar. «El poder político es la capacidad de actuar, pero es una posibilidad que se orienta con justicia al bien de todos los ciudadanos».
Un potestas, cuyo deber es la realización del bien común, la realización de la justicia y la paz social. El poder político es una fuerza llamada a honrar esta misión.
Para Gelardo, el poder político precisa un fundamento ético para permanecer en el tiempo. El contenido ético de las acciones políticas importa. Debe asegurar justicia y legitimidad. El poder puede unir muchas fuerzas en la dirección correcta.
De acuerdo con esta profesora en la Universidad de Boston, la justicia se impone por sí misma, no por la fuerza. «Es un criterio, si se quiere, prepolítico, que no precisa de violencia. Un gobierno que funda su poder en la fuerza está abocado a su propia autodestrucción».
La justicia surge como fundamento del poder, y su razón no es otra que la ordenación del poder al bien común. Es una virtud esencialmente social: «Dar a cada uno lo suyo».
Las manifestaciones de injusticia presuponen un no reconocimiento de la dignidad de la persona. Justicia, otro elemento de la política. Un principio positivo, activo y dinámico que debe unirnos a todos.
La política puede ser un camino hacia la unidad. Podemos verla con estima o desilusión. Un regreso a la ilusión, a ese camino, puede ser comprender el bien que nos une. Recordar a los clásicos: «El fin propio de la sociedad, la polis, la civitas, es la búsqueda de un bien social, una felicidad común, que es, en definitiva, un bien común. Ese era el sentido de la comunidad, la búsqueda del bien común», concluye Gelardo. La unidad es una aspiración universal. Está en nuestras manos. Quizás sea la otra cara de la felicidad.