Por si hiciera falta presentarlo, Thanos es una mole de 2,2 metros, entre morado y rosado, y cuyo chasquido de dedos evaporizó, al azar, la mitad de los habitantes en la película Avengers: Endgame.
A pesar de estar catalogado como supervillano, Thanos pareciera más un demógrafo atormentado por el “inminente” agotamiento de los recursos naturales, como le ocurrió a Thomas Maltus en 1798, quien vaticinó que el crecimiento lineal de los alimentos iba a ser insuficiente para alimentar a la población mundial (con crecimiento exponencial).
La razón por la cual la profecía de Maltus fue errada —o hasta ahora sigue sin cumplirse— es que si bien su observación era correcta no podía imaginar en aquel entonces la revolución “verde” cuyas mejoras tecnológicas en la producción de semillas y siembra salvaron a los países —más notablemente a la India— de hambrunas que parecían inevitales en los no tan lejanos años ochenta.
En los dos siglos transcurridos entre Thomas y Thanos no ha mermado el miedo al autoaniquilamiento colectivo, alimentado por otras amenazas ambientales y climáticas cuyas causas se centran tan claramente en el ser humano para denominar antropogénica la era actual.
Lo anterior, junto con el urbanismo creciente y la mayor libertad y educación de las mujeres, ha generado una rápida reducción en la tasa de crecimiento poblacional.
Parecieran ser buenas noticias a corto plazo, pero, dado el enorme rezago con que actúan las tendencias demográficas, ha emergido otro tipo de amenazas, en particular, en el financiamiento del Estado de derecho, la salud pública y las pensiones en un mundo cada vez más vacío de seres humanos.
Los éxitos de Costa Rica como nación no pueden desligarse de los beneficios demográficos recientes, tanto lo que se conoce como el primer bono (cuando la población económicamente activa supera con creces los dependientes en razón de ser demasiado jóvenes o viejos para trabajar) como con el segundo bono (cuando los recursos ahorrados en el sistema previsional son todavía positivos y alcanzaron un 38 % del PIB en el 2018).
El avance de la reversión demográfica obligará a que como país busquemos otros tipos de bonos para mantener el bienestar económico al que nos hemos acostumbrado.
Entre las opciones está una mayor apertura a la migración y, quizás, a la migración más intensiva en capital humano, junto con un rediseño de la política social para que el nuevo ingreso de extranjeros no implique un deterioro de las finanzas públicas. Es la salida para países como Canadá y Costa Rica, donde existe capacidad de albergar un mayor porcentaje de población migrante.
El autor es economista.