Costa Rica empieza a cosechar los frutos de un manejo adecuado y prudente de las finanzas públicas. Después de un gran período de oscurantismo fiscal, el país se encarrila, con una postura más madura y sensata, a enfrentar la problemática fiscal que arrastraba hace muchos años.
Desde un inicio, esta administración abogó para que el equilibrio fiscal fomente un crecimiento económico inclusivo que permee la sociedad en todos sus niveles. Nadie dice que las soluciones son fáciles, tampoco que los resultados se verán de la noche a la mañana. Pero apostamos por un trabajo arduo y por el diálogo, pero, sobre todo, por tener como eje central el bienestar de las personas.
La responsabilidad fiscal no es tarea exclusiva de un solo actor o un tema de moda. Todos tenemos algo que aportar, algo que ofrecer. Solo a través de sacrificios personales seremos capaces de alcanzar grandes logros como sociedad. Sin embargo, es crítico y necesario diseñar una estrategia creíble que cumpla este objetivo. La actual estrategia que promueve el Ministerio de Hacienda, lejos de ser un archipiélago de ideas, obedece a una planificación integral para atender simultáneamente la contención y reducción del gasto público, una mejora en la recaudación de impuestos y la construcción de una estrategia de financiamiento a largo plazo.
Este último punto toma especial relevancia para Hacienda, dados los acontecimientos de la última semana. La aprobación de emisión de deuda costarricense en mercados internacionales por la Asamblea Legislativa en diciembre anterior abrió una extraordinaria ventana de oportunidad para diversificar las fuentes de financiamiento hacia instrumentos con mejores condiciones financieras.
Para muchos era tentador pensar que la arena geopolítica internacional le jugaría un mal rato al país en sus intenciones de emitir deuda externa. El conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, las crecientes presiones inflacionarias que se materializaron en incrementos de tasas de interés por parte de los bancos centrales alrededor del mundo y las altas tensiones en el sistema financiero internacional, debidas a las quiebras de dos bancos en Estados Unidos y otro en Suiza, no vislumbraban un escenario positivo.
Sin embargo, era hora de que el país capitalizara su disciplina fiscal y los esfuerzos realizados por los costarricenses. El mejor desempeño de los indicadores fiscales, más el sobrecumplimiento de las metas pactadas con el Fondo Monetario Internacional, fueron señales claras que Costa Rica dio al mundo financiero sobre su compromiso con la sostenibilidad de las finanzas públicas.
Las primeras muestras de este reconocimiento vinieron de las calificadoras de riesgos, las cuales, entre diciembre del 2022 y marzo del 2023, confirmaron estos hitos al mejorar la calificación y las perspectivas crediticias del país. La prueba de fuego vendría de la mano de los inversionistas internacionales y de su percepción de riesgo para con el país.
La reciente colocación de eurobonos fue todo un éxito. Primeramente, el apetito de los inversionistas internacionales por deuda costarricense no tuvo precedentes, se recibieron cerca de 300 ofertas, las cuales superaron en 4,8 veces el monto de la colocación autorizado.
En segundo lugar, la tasa de interés asignada (un 6,55 %) estuvo por debajo de la tasa de interés probable de colocación (un 7,01 %). Comparativamente, una colocación en el mercado local en dólares al mismo plazo hubiera significado pagar tasas de interés cercanas al 6,88 %. Esta “pequeña” diferencia podría representar pagos de intereses adicionales por $5 millones.
En tercer lugar, y más importante, la percepción de riesgo de los inversionistas sobre el país se redujo significativamente. El spread (diferencia entre la tasa de interés asignada y de un instrumento de mismo plazo libre de riesgo, usualmente los bonos del Tesoro de los Estados Unidos) disminuyó con respecto a la última colocación, y este es menor al de otros países con mejor calificación crediticia.
Estas buenas noticias no son solo para Hacienda, sino también para toda la población costarricense. Las experiencias previas de colocaciones de deuda internacional permitieron reducir las tasas locales asignadas de deuda en hasta 400 puntos base. Esta disminución tendría dos efectos directos positivos para los deudores y emprendimientos: para los primeros, las menores tasas de interés permitirían reducir las cuotas sobre los préstamos, mientras que para los segundos significaría un incentivo para la inversión y generación de empleo.
Estos resultados no son obra de la casualidad, responden a la madurez política y social de muchos actores que dejaron de lado una miopía política de años para posar su mirada en un horizonte más lejano, donde futuras generaciones gozarán de ese contrato social del cual nos sentimos tan orgullosos.
Espero que cuando se escriba la historia de la actual generación, nos vean como individuos con una visión integral, como personas que no se dejaron tentar por los cantos de sirena del cortoplacismo y del populismo, sino por ser costarricenses que tomaron las decisiones que pusieron al país en la dirección correcta.
El autor es ministro de Hacienda.