Para nadie es un secreto que España está sufriendo la peor crisis económica desde la llegada de la democracia. Crisis que tiene a más del 20% de la población en paro. La acción de los partidos en la campaña electoral se ha visto parcialmente desbordada por un movimiento fraguado en los márgenes del sistema.
Medios como el diario ElPaís los han mencionado como un grupo de insatisfechos, contestatarios y ciberactivistas que han logrado acaparar el interés y despertar las simpatías de cientos de miles de personas enarbolando un mensaje pletórico de indignación y un punto utópico (“no somos mercancía en manos de banqueros y políticos”, proclaman).
Las causas de este gran malestar son claras: un paro juvenil superior al 43%, y el desencanto con una clase política incapaz de ofrecer una solución atractiva a su electorado y plagada de dirigentes a los que ya solo les interesa echarle la culpa a los oficialistas o decir que con la oposición en el poder no se resuelve nada.
¿Dónde está la democracia? Es la pregunta que se hace cualquier joven español que ve en su sistema político un bipartidismo que no está resolviendo nada, con una generación de políticos incapaces de brindar solución a ese 43% de jóvenes en paro. Las grandes ciudades españolas han sido testigo de la falta de interés por las elecciones municipales y autonómicas, con debates mediocres con muy poco rating .
La atención pública defraudada, por la falta de soluciones de sus políticos, ha logrado calar en los ciudadanos, que han tenido un gran aliado, prácticamente desde el principio del presente año, como los son las redes sociales, que permiten organizarse y manifestarse de una forma muy eficiente, y muy divulgada.
Las manifestaciones, o el malestar social no son algo nuevo en las sociedades modernas, pero en el año de las revoluciones sociales (Túnez, Egipto, Libia, Yemen, Siria, etc.) han hecho calar en la opinión pública que ve una nueva generación capaz de lograr terminar con la corrupción e incapacidad de algunos políticos. El colectivo descentralizado, que ha ido creciendo desde los márgenes y ganando visibilidad con la turbina de los medios sociales, han logrado disparar un malestar común de miles de personas que podría estar creando un efecto dominó en otros países europeos.
El futuro será incierto; por el momento, han logrado darse a conocer debido a su fuerte apoyo y la falta de respuestas del Gobierno, incapaz de lograr una solución, y más bien ilegalizando las manifestaciones.
El 15-M puede ser el principio del cambio que todos los españoles buscan, los partidos políticos serán los únicos perdedores, y esto será reflejado el día de las elecciones.