Los trasplantes de órganos, células y tejidos aumentó a escala mundial, de unos pocos a cientos de miles en unas cuantas décadas. Sin embargo, la donación afronta la falta de voluntarios que cedan sus órganos a personas que los necesitan.
Es imprescindible que la gente conozca la situación, ya que, en la mayoría de los países, la cantidad de personas que precisan un trasplante es superior al número de órganos disponibles.
Lo anterior significa largos períodos de espera y, lamentablemente, no son pocos los que mueren sin haber encontrado un órgano compatible o un donante.
Por lo general, las causas son la falta de conciencia social y educación en la materia; sin embargo, también existen circunstancias culturales, burocráticas, religiosas y falta de recursos para apoyar los programas que promueven la donación.
Los esfuerzos contra la desinformación y los mitos son aislados, discontinuos y promovidos en ámbitos con poca o nula vinculación con la población.
Tradicionalmente, se promociona entre un reducido grupo, generalmente que cursan la educación superior en carreras relacionadas con las ciencias de la salud, con la esperanza de que, mediante su opinión y futura práctica profesional, logren “educar” a otros sobre la importancia de la donación para ayudar a muchos a seguir viviendo.
Otro aspecto en contra de la donación de órganos, células y tejidos es que se presta mayor atención al trasplante, con la esperanza de que lo solucione todo, sin que se invierta en esfuerzos duraderos en el ámbito social que permitan cosechar proporcionalmente los insumos necesarios para realizar los trasplantes.
No es lógico pensar que las negativas de las personas a la posibilidad de donar serán revertidas sin información oportuna y disponible, que destierre los mitos, el miedo y las creencias erróneas sobre la donación y el trasplante.
Es importante promover una cultura de donación de órganos y células y de trasplantes en el sistema educativo, ya que el trasplante de órganos constituirá en el futuro una de las principales opciones para tratar las enfermedades.
Empezar a educar en la materia mañana será muy tarde, pues la demanda tiende a ser mucho mayor que hoy y no serán decenas o cientos de personas las que fallezcan esperando, sino miles.
La educación es la clave para solucionar el problema, ya que es posible educar sobre la importancia de los estilos de vida saludables, dimensionar la situación que viven quienes sufren una enfermedad que requiere un trasplante y también sobre las formas de evitarlas.
La educación es el medio, puesto que se aprende desde la niñez sobre circunstancias básicas necesarias para la vida en sociedad, principalmente valores y principios.
La educación debe ser el principal medio para aprender sobre la donación de órganos, células y tejidos, ya que implica no solo una posibilidad de informarse sobre el tema, sino también la preparación, dada la posibilidad de afrontar una situación similar en el futuro y, si llegar a suceder, saber ejercitar la autonomía para decidir ser donante de órganos.
Una cultura de donación de órganos, células y tejidos se construye en la medida que sea importante para las personas hablar del tema con las familias y amigos y acerca de las posibilidades que tiene la donación de salvar vidas y mejorar la calidad de vida de los que necesitan un órgano para sobrevivir.
La mayoría de la gente no está familiarizada con el proceso de donación y pueden surgir dudas o temores debido a creencias o prácticas que dificultan la donación.
Por ello, se deben tomar acciones en el quehacer educativo para que desde la niñez se refieran a la donación con libertad y naturalidad, como parte de su vocabulario y circunstancias, de manera que exalten valores como la solidaridad y la empatía para cambiar la percepción social sobre la donación de órganos.
El autor es trabajador social y profesor universitario.