Según una noticia reciente, por ahí de 1962 se demolió un antiguo quiosco en el parque de Alajuela para construir uno moderno. Primer disparate. Añade el informe que se demolerá la estructura construida en ese año para construir una imitación del antiguo. Segundo disparate. Pero peor.
Esto no es nada nuevo en mi querida Costa Rica, tierra de disparates y ocurrencias. ¿Por qué aquí se repiten este tipo de cosas adinfinítum y ad náuseam? Me refiero a la destrucción de cuanta cosa adquiere edad y valor y las falacias temporales: todo tiempo anterior era mejor. ¡Y, cómicamente, aquellas que son “viejas” son vistas como la respuesta a los tiempos actuales!
Mi teoría es que como ni los indígenas ni los españoles nos dejaron pueblos ni ciudades (tal vez deba decir que dejaron poco, para evitar los reclamos de algunos), como sí ocurrió en otros países de América, aquí andamos en la búsqueda constante de la evasiva identidad cultural. Y, también, teorizo, los inmigrantes de todos lugares no han podido influenciar lo que aquí encuentran, al menos no en cuestiones relativas a cultura arquitectónica y urbanística. Para muestra, muchos botones: las ciudades y pueblos contemporáneos costarricenses.
Yo no tengo la menor idea de cuándo fue que se definió nuestra “forma de ser”, que implica, naturalmente, la forma colectiva de pensar y actuar, eso que llamamos cultura... ese ser costarricense. ¿Sería, en serio, allá en los tiempos coloniales cuando (casi) todos los ticos eran campesinos pobres y sin educación? ¿Aquellos que no iban a misa los domingos dizque porque vivían lejos de las iglesias?
Cultura peculiar. Lo que (me) parece cierto es que los tatarabuelos, los bisabuelos y los abuelos fueron capaces de “inventar” una cultura muy “interesante” (para los sociólogos y otros científicos sociales). Esa cultura yo la llamo “cultura esponja”. Absorbe sin miramientos y si no se la “estripa”, no suelta gota. Lo que me preocupa de esta es que suele absorber solo lo malo; de lo de afuera y lo que genera tiende a ser coherente con aquello.
¿Por qué nos cuesta tanto construir nuestras propias expresiones culturales de excelencia? ¿Por qué estamos perdiendo lo bueno de nuestra cultura?
Siempre me ha llamado la atención que aquí lo nuestro es considerado “polada”. No se estudia (o se estudia muy poco) ni se enseña (bien) lo nuestro para que las nuevas generaciones lo comprendan y lo aprecien, y esto les permita llevarlo a dimensiones novedosas sin recurrir a la basura que viene de fuera.
Ese quiosco de los años 60 en Alajuela es Histórico, así con mayúscula, no porque pronto cumpliría 50 años, sino porque es una muestra de las concepciones y de los sueños de la gente de entonces que, desafortunadamente, no entendieron las de tiempos pretéritos y demolieron el anterior, cometiendo una barbaridad aún con un diseño arquitectónico razonablemente bueno y moderno en su momento. Pero... ¿repetir la actuación demoliéndolo? ¿Cuál es el sentido? Y, peor aún, con un diseño que no tiene ninguna relación lógica con nuestros tiempos. Este sería una caricatura.
“Vamos a proyectar la Alajuela del futuro con base en la del pasado”, parece que dijo el alcalde de Alajuela. ¡Quieren construir un “chunche” viejo, nuevo! ¿¡Quieren construir el pasado demoliendo el pasado!? ¿Cuándo es el pasado?
En Costa Rica se “cometen” estas ocurrencias constantemente. El pasado es valioso pero aquel que es cierto, es decir, el que es. El Teatro Nacional es cierto: es de su tiempo y, parcialmente, por eso lo valoramos. No vamos a derruirlo. ¡Jamás! En Bilbao, el Museo Guggenheim es cierto y, también, por eso lo valoramos gentes de todo el mundo. Imaginemos que dentro de unos 50 años al alcalde bilbaíno se lo ocurra demolerlo y cambiarlo por un edificio de “estilo” neoclásico para “proyectar el futuro.” ¿Qué creen que pasaría?
Ese “nuevo” quiosco, si de verdad lo van a construir, háganlo en el Parque de Diversiones porque la idea es “divertida”. Seguimos, como dice una amigo, en un “nadadito de perro” interminable. No somos ni chicha ni limonada porque seguimos autovendándonos los ojos.
El futuro se construye con base en todo lo que tenemos o soñamos: el pasado, el presente y el futuro, pero solo en el presente.