El empresario José R. Brenes escribió un interesante artículo el 27 de abril del 2022, titulado “La voz de un agricultor”, sobre la acción de las instituciones en su campo de acción.
Fui extensionista durante los “años dorados” del Ministerio de Agricultura —sesenta, setenta y ochenta— y voy a referirme, especialmente, a la labor que efectuaban las direcciones de investigación y extensión agrícola en esos años.
Hicimos muchos ensayos en disciplinas como fitopatología, entomología, fertilología y mejoramiento genético, año tras año y en la finca del agricultor, según los problemas que se detectaban.
En extensión agrícola, con el asesoramiento de países como Israel y Puerto Rico, los programas de asistencia técnica dieron muy buenos resultados, pero, debido a decisiones políticas, no se les dio continuidad.
Brenes comentó sobre el éxito de una universidad en California que tiene bajo su responsabilidad la extensión agrícola del estado.
Pero no es la única, entre otras, cabe citar la Universidad Estatal de Oregón, en donde tuve la oportunidad de exponer mi criterio acerca de la posibilidad de utilizar el modelo en nuestra Universidad de Costa Rica, aspecto que recomendé oportunamente.
Dos aspectos que identifiqué en los años en que ejercí la función pública fueron, en el campo hortícola, que el crédito no es el problema fundamental, sino resolver el cuello de botella del productor: mercado y mercadeo; y el segundo está relacionado con la sequía, cuyo problema no debería centrarse exclusivamente en la falta de agua, sino en la ausencia de mejores prácticas de uso del recurso, como en Israel, donde imperan complejas condiciones y lo subsanan con tecnología moderna y precisa. ¡Un asesoramiento de este tipo nos ayudaría mucho!
Esta reflexión espero que sea analizada en foros nacionales, con la participación de diferentes actores para que juntos encontremos las herramientas que el productor requiere.
El autor es ingeniero agrónomo pensionado.