Empezamos una nueva semana, apenas empezando también un mes de gran importancia para nuestro país. Setiembre, mes de la independencia. Y comenzamos con la sorpresa de otra crisis. Caos en nuestras carreteras, no el caos que vivimos día con día de presas interminables y accidentes en nuestras carreteras. Ese ya es el pan de cada día del ciudadano costarricense. No, terminamos el día con una nueva crisis del combustible. Pero ¿será este el único camino, el único futuro no solo para nuestro país sino para el mundo?
“Sepamos ser libres no siervos menguados, derechos sagrados la Patria nos da”. Qué bonito, setiembre, mes de la independencia, mes de himnos y marchas, y de sentirnos orgullosos de la libertad, lograda con sangre y sudor de nuestros antepasados. ¿Podremos estos días cantar estas letras con un corazón sincero? Yo digo que no, porque seguimos siendo esclavos. Esclavos de las presas, esclavos de un servicio de combustible de mala calidad por el cual pagamos como si fuera de primera clase. Esclavos de las crisis que vienen una tras otra. Y así, sin sorprender a nadie y a paso del grito de huelga de los transportistas de nuestros combustibles, llegó esta nueva crisis.
No me desviaré del tema hablando de las razones de la huelga. Cada uno de nosotros tiene su propio punto de vista y me perdería del tema a desarrollar. Pero es una huelga que nos afecta a todos. Lunes en la noche, miles de personas volviendo de sus trabajos, hora pico, presas y para colmo de males comienza una histeria masiva producida por un escenario sacado de una película apocalíptica. ¡Se está acabando la gasolina! Filas enormes en las gasolineras, y las redes sociales hirviendo con reportes de gasolineras en seco. El reloj sigue avanzando y se termina el tercer día de setiembre con la incertidumbre del día de mañana. Sigue la huelga, siguen las bombas en seco, gente desesperada buscando dónde llenar el tanque de su carro, y filas enormes en las estaciones de servicio que todavía tienen tan preciado liquido.
Transporte público. En el medio del caos, un rayo de sol. Conductores que prefirieron ir a sus trabajos en transporte público antes que gastar gasolina en su automóvil particular. Y mientras viajaba de mi casa a la universidad, no pude evitar pensar, ¿qué sería de nuestro país si no dependiéramos de la gasolina? En una crisis como la que provoca esta huelga, nos damos cuenta del papel tan importante que sigue en nuestra vida, y lo importante que ha sido en el mundo desde la Revolución Industrial.
Como estudiante de Ingeniería Mecánica es casi que una blasfemia hablar en contra de los combustibles fósiles. Son ellos lo que aumentaron en una medida exponencial muchos de los avances científicos y tecnológicos de los últimos siglos. Pero también son ellos los que han provocado daños irreversibles al ambiente. Mucho se ha hablado en los últimos años de la energía limpia y cómo tenemos que alejarnos de los combustibles fósiles y métodos alternativos de propulsión. Y oímos noticias de motores de hidrógeno, motores eléctricos, motores de plasma, y podemos preguntarnos: ¿por qué estos avances y noticias llegan tan lentos? Es una respuesta bastante sencilla: nos hace falta un factor, el mismo factor que llevó al hombre a construir la rueda, a diseñar el motor de vapor o el motor de combustión interna: nos hace falta necesitarlo.
¿Qué podemos hacer? Podemos apoyar y celebrar las nuevas iniciativas de transporte público. Dejar más a menudo el carro guardado en la casa, apoyar los nuevos proyectos, el tren urbano, el tranvía eléctrico.
Desde que tengo uso de razón hemos sido un país orgulloso de su naturaleza. Hemos defendido a capa y espada parques naturales, zonas verdes hasta el más pequeño patio en una casa es chineado y disfrutado por las familias. Pero a veces se nos olvida que cada vez que llenamos el tanque de gasolina y encendemos el carro estamos matando esa naturaleza que tanto defendemos. Caminemos, andemos en bicicleta, hagamos grupos de amigos o compañeros para ir a estudiar o al trabajo. No va a ser fácil, pero a veces hay que dar un paso hacia atrás antes de movernos hacia delante.