Con permiso de Ham let, aquí la dicotomía no es ser o no ser, sino estar o no estar: en muchas ocasiones, sentadito uno, en un transporte pagado de esos, tradicional o de la nueva forma. A como los respectivos choferes, igual, comentan que cada viaje es una nueva experiencia, uno como usuario puede señalar lo mismo: esa parte la dejo al maestro y amigo Jacques Sagot, cuyo volumen de relatos sobre el tema todos esperamos pronto, partiendo de los deliciosos aperitivos que nos ha ido sirviendo aquí mismo.
Escobas nuevas, los de Uber se esfuerzan más, de momento. Pero también ya me tocó uno masticando chicle (dentro del blablá publicitario, en la web no encontré cómo poner una queja): caso paralelo, por último, al de los rojos tradicionales: también cuesta denunciar para el bien público. Como ese que, acelerando al semáforo, argumentó que “después de la amarilla viene la rosada”.
Pese a pataleos jurídicos, la evolución se dará, por doquier: volverán las golondrinas, pero no las viejas máquinas textiles ni las de escribir en varios pisos… Pero aquí y ahora, ambas modalidades de transporte automovilístico pagado chocan con ese terrible sistema de transporte por el que tantas horas …. estamos sentados, choferes y pasajeros, perdiendo todos: sí, Hamlet, estar, estar, perdiendo el ser la cuestión.
El autor es educador.
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