La población mundial crece aceleradamente y un 55% vive en las ciudades, según un informe del 2018 elaborado por el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas (ONU).
Esta cifra aumentará hasta alcanzar el 68 % en el 2050, es decir, cerca de 2.500 millones de personas más en las zonas urbanas, producto del crecimiento demográfico y de la migración de la población rural hacia los centros.
El desarrollo urbano dependerá cada vez más de una buena gestión y planificación de los gobiernos que, junto con instituciones públicas, empresas privadas y demás actores, deberán hacer esfuerzos para construir ciudades inteligentes y sostenibles en beneficio de todos.
El paisaje urbano de Costa Rica se está transformando, y la apuesta por el desarrollo de algunos lugares, como el oeste de la capital, mantiene su dinamismo.
La oferta de proyectos inmobiliarios, hoteleros y de oficinas verticales es amplia, y, con ella, la apertura de comercios, restaurantes, gimnasios, salas de cuidado personal, etc., que complementan la transformación. Este cambio coordinado debe ser igual en el resto de San José para llevar la ciudad hacia un futuro sostenible, lleno de vida.
Mejor calidad de vida. ¿Cómo invertir para tener ciudades sostenibles y vigorosas? ¿Cómo la infraestructura urbana promueve y contribuye a este objetivo? La respuesta no es sencilla y va más allá de una comparación entre inversión y costo.
Una ciudad inteligente o smart city procura, principalmente, mejorar la calidad de vida de sus habitantes. Esto es posible al facilitar la movilidad, reducir los ruidos y molestias ambientales, maximizar los espacios de recreación y convivencia, aprovechar las infraestructuras instaladas o crear otras nuevas y, así, dinamizar la economía.
Es fundamental entender que, para que las ciudades se transformen y ofrezcan a sus habitantes espacios aptos de vivencia y convivencia, debe existir un trabajo conjunto y no un esfuerzo aislado; podrían construirse los edificios más innovadores, sostenibles y seguros, pero si sus alrededores son inseguros, sucios y están abandonados, el potencial se desvanece.
Evidentemente, no todas las ciudades cuentan con presupuesto para operar un cambio radical e invertir de forma inmediata en lo necesario para convertirse en inteligentes.
Toda acción requiere planificación consensuada, análisis de las posibles mejoras de una ciudad: los gobiernos, con la planificación urbana; las empresas, con nuevas soluciones para reducir el impacto del crecimiento en el medioambiente; y los ciudadanos deben plantear sus prioridades y necesidades como clave para ese futuro sostenible.
Innovación. La tecnología y las construcciones se han vuelto factores relevantes en la creación de ciudades inteligentes al fusionarse y funcionar en pro del desarrollo urbano. Por ejemplo, los circuitos eléctricos son susceptibles de una integración de forma tal que la iluminación, los sensores, la seguridad y todo dispositivo conectado a la red sean administrados de manera inteligente.
Una de sus aplicaciones es la instalación de sistemas de iluminación solares en parques, bulevares y aceras que captan la energía solar a través de un panel, la transforman en energía eléctrica y la almacenan en una batería para ser utilizada en horas de la noche.
Los negocios inmobiliarios deben reenfocarse y apostar por un modelo que contribuya a un desarrollo urbano y económico sostenible, especialmente en la capital. Las edificaciones existentes deben ser replanteadas para satisfacer las nuevas necesidades de quienes habitan la ciudad y propiciar la convivencia y el disfrute de estos espacios.
Sin duda, los espacios urbanos están recuperando su trascendencia y generando un diálogo más activo en beneficio de sus habitantes, porque brindan opciones seguras, con más alternativas para disfrutar durante el día o la noche y han devuelto la magia de los espacios con nuevas experiencias.
Nuestra tarea es aunar esfuerzos para llevar este modelo a todos los rincones de San José, en conjunto con los sectores públicos y privados para promover la ciudad hacia un futuro sostenible.
El autor es administrador de empresas.