Sigo siendo leal al Banco de Costa Rica (BCR). Me dijeron que responderán a mi cobro por el tiempo que me hicieron perder por una completa falta de sentido común.
Lo que aquí narro sucedió también en el BCR, pero pudo haber pasado en cualquier otro banco. En esta ocasión, acudí a abrir una cuenta corriente (desde hace más de 40 años tengo cuentas en dicha entidad).
Cada vez que voy a sus oficinas a hacer algún trámite, le sacan fotocopia a mi cédula. Ya deben tener más de 800, aunque, como aprendí hace unos días, también tienen en pantalla una (la más reciente, en la que aparezco con corbata). Achará el espacio que ocupan tantas copias de lo mismo, además del costo y el tiempo usado cada vez para hacer nuevas copias.
En esta ocasión, quise ahorrarle tiempo y esfuerzo al Banco. Junto al original de mi cédula y el de la cofirmante, llevé las fotocopias de cada una. ¡No las aceptaron! Con autoridad, nos dijo el oficial que tenía que sacar las suyas propias.
A pesar de mi insistencia, se levantó y fue a sacar las copias. Duró cinco minutos en hacerlo. En total, tardamos hora y media en abrir una cuenta para un cliente harto conocido por el Banco.
Resulta impresionante presenciar cómo se quedan viendo la pantalla por minutos muertos, y de repente mueven los dedos para digitar seis o diez caracteres, como si estuvieran ante formularios que acaban de llegar de otro país, y no frente a uno con el que trabajan muchas veces todos los días.
Qué lástima esta carrera tan desenfrenada hacia lo absurdo. Lamenta uno que quienes quieren sacar adelante las instituciones públicas tengan que hacer frente a esta desaplicación total del sentido común.
Aquí habría terminado mi corto comentario si no hubiera sido porque a los tres días, cuando comencé a preguntar por las chequeras de la nueva cuenta (ofrecidas para entonces), me llamó el oficial encargado (cosa inusitada) para explicarme que él me había dicho que eran cuatro los días para la entrega, y no tres.
Pronto se dio cuenta de que era una mentira que no le llevaría a ningún lado.
Me llamó también para explicarme que las chequeras no estaban listas, que las acababa de solicitar (de nuevo) porque el “sistema no procesó el pedido anterior” y había que comenzar otra vez.
Si yo estaba apurado por girar cheques, ellos me “ayudarían” haciendo las trasferencias. Eso si yo pagaba las comisiones Sinpe, pues de otra manera el “sistema no lo permite”.
Además me manifestó que yo tenía que pasar de nuevo al Banco, pues él había omitido recoger mi firma en un documento ¡Por supuesto que le dije que viera cómo me enviaba el documento para firmar, pues yo no iba a perder más tiempo por sus errores.
Muy astuto el joven, de verdad, se las agenció y, cuando unos minutos más tarde llegué a otra agencia del Banco a otra diligencia, me encontré con la sorpresa de que una funcionaria, en nombre de su compañero de la otra sucursal, me pedía firmar un documento que acababa de imprimir.
¿Cómo supo que yo iba para esa otra oficina? Esto quedará como parte del secreto bancario, sin duda. ¿Será que me metieron un localizador en el bolsillo? Felicitaciones por encontrar la salida. ¿Verdad que sí se puede?
Un día de estos debo pasar a retirar las chequeras (cuando el “sistema” lo decida). Con seguridad, van a pedirme la cédula y se van a ir a las oficinas traseras a fotocopiarla nuevamente. ¿Qué hago? ¿Cuál de las dos cédulas vigentes llevo? ¿Les llevo fotocopia para que la cotejen con la original?
Rodrigo Alberto Carazo es abogado y fue defensor de los habitantes.