Históricamente, en el ámbito político se ha hecho referencia de la extrema derecha y de la extrema izquierda. En mi opinión, ninguno de los extremismos es ideal para gobernar una empresa, y mucho menos una nación.
Sin embargo, cuando jóvenes, todos fuimos revolucionarios “de mesa de café”: creíamos en el manifiesto comunista, en Carlos Marx, Federico Engels , Vladimir Iluch Ulianov, Nikita Kruschev , Fidel Castro, Ernesto Che Guevara y algunos otros… Claro son etapas, y es fácil dejarse crecer el pelo, usar boina, y usar barba. En fin, es cuando no se tienen responsabilidades familiares ni laborales y menos empresariales; como decían los abuelos, “creemos que la luna es de queso”.
De igual forma, en la extrema derecha, se cree que no hay razones para pagar impuestos, que hay que eliminar las barreras arancelarias, que el Estado es solo un concepto que se debe usar para organizar el normal avance de la infraestructura, y que todo hay que dejarlo a la libre, “ dejar pasar, dejar hacer”. En el rostro del Estado, y en estas corrientes, también existieron personajes de no grata memoria, como Alfredo Stroessner, Pinochet, Rafael Videla y otros.
Comunismo a la tica. Cuando pensamos en el ambiente político costarricense tenemos que señalar que en los partidos de izquierda existieron costarricenses que hicieron importantes aportes en materia social, entre los que destacaron los hermanos Mora Valverde, Carlos Luis Fallas, Álvaro Montero, Arnoldo Ferreto, Humberto Vargas Carbonel, y mujeres como Carmen Lira (Isabel Carvajal) Luisa González y Emilia Prieto, cuya frase: “Ser apolítico es como ser nonato, difunto u orate”, quedó para siempre.
También, varios obreros y campesinos aportaron desde diferentes trincheras un importante trabajo. Pero todo esto se logró porque siempre fueron minorías laboriosas y pensantes, por lo que el camino que les quedaba era aportar cosas positivas para la patria que siempre amaron y defendieron. Ese fue comunismo a la tica, en épocas pasadas, siempre estuvo dominado por buenas intenciones.
En el transitar por la vida, me correspondió visitar algunos países comunistas, también denominados socialistas, y poder conocer condiciones de vida con restricción total de la libertad. Recuerdo con amargura lo que pude observar en Rumanía, país sometido a la autoridad del gobernante Nicolás Ceaucescu y sus fieles servidores.
Todos ellos vivían en verdaderos palacios, disfrutaban de los más exacerbados lujos, colocaban grandes vallas publicitarias exaltando a su gobernante en todas las principales carreteras, se erigían monumentos en su nombre, tenían museos donde se exhibían las diferentes facetas de la vida del gobernante; en fin, todo era un cúmulo de vanidad .
Pero, en una escapada de la vigilancia, de esas que hacemos los ticos con el fin de conocer lo que sabíamos que se nos ocultaba, pudimos observar varias vagonetas cargadas de ancianas con traje negro y grandes escobones. Se nos dijo que esas señoras eran las que tenían que barrer las calles y autopistas todos los días, para que los turistas tuvieran un buen concepto de lo que era el aseo en ese país.
En otra oportunidad, pasamos por una avenida en la que se apreciaban filas interminables de todo tipo de personas, y se nos dijo que ese era el día en que se vendía, bajo un estricto control, dos kilos de carne y hueso por mes a cada familia.
Cuando vemos en los medios y observamos en la televisión todas las carencias que están pasando miles de familias en Venezuela (desde papel higiénico hasta los alimentos básicos) después de un largo período de gobierno al estilo socialista del siglo XXI, se confirma qué tan nefasto ha sido para un país caer por pura negligencia en las garras de los partidos extremistas.
Quiera Dios que nuestro país, por pura apatía y abstencionismo en las elecciones, no caiga jamás en manos de grupos extremistas que son la más grave amenaza que tiene un país acostumbrado a vivir en libertad.