En mis cursos universitarios, he preguntado a los estudiantes si en sus hogares tienen un botiquín de primeros auxilios actualizado y si han diseñado y practicado un plan de emergencias y evacuación. Usualmente, menos de una tercera parte cumple con estas medidas. La pregunta obligada, entonces, es: ¿En qué región del mundo creen que viven?
Según la red sismológica nacional, en Costa Rica existen unos 290 focos volcánicos, de los cuales cinco son los que han presentado actividad importante. Nuestro amado país esta ubicado entre las placas Coco, Caribe y Nazca, por lo cual los movimientos sísmicos son una realidad con la que debemos convivir.
Solamente en el 2015 se registraron 4.599 sismos, de los que apenas unos 163 fueron percibidos. Debemos destacar, también, de la amplia lista de riesgos, los fenómenos climáticos y los desastres causados por la actividad humana, para obtener una mejor perspectiva de la magnitud de las amenazas con las que convivimos.
Durante mis estudios en Japón, pude observar la organización ejemplar que tienen para enfrentar situaciones de desastre. Cada comunidad, empresa, institución y zona administrativa dispone de sistemas de alerta, prevención y mitigación de desastres, que funcionan técnicamente, con independencia de factores políticos.
Se llevan a cabo simulacros periódicos que ayudan a condicionar las respuestas automáticas ante las distintas amenazas. Un buen ejemplo del cual debemos aprender.
Otras amenazas. El huracán Otto dejo una gran destrucción, la cual apenas estamos cuantificando. El país está demostrando su nobleza y solidaridad en esta fase del desastre. Pero los efectos se extenderán a largo plazo y otras amenazas geológicas y epidemiológicas están latentes.
Hay una tarea importante en el mejoramiento continuo de los sistemas de atención a las emergencias, en donde cada comunidad será la que responda inicialmente a la amenaza, y por tanto debe estar bien preparada y motivada.
Como muchas de las fuentes de producción resultaron afectadas, hay que considerar nuevas opciones de reactivar la economía, con el fin de dar sostenibilidad financiera a las empresas y familias, evitando los éxodos que engrosarán los cinturones de miseria. Proyectos tales como el canal seco y la red ferroviaria deben considerarse. También, se deben endurecer las medidas contra el vandalismo, el saqueo, el oportunismo y el turismo morboso.
Hay que aceptar que vivimos en una región de riesgo, y cultivar el arte de la prudencia como un buen hábito. Según Keigo Higashino: “Hay que ser precavido, es peligroso pensar que las cosas saldrán como a uno le conviene”. Y atender el consejo de Epiceto: “La desgracia de los hombres proviene de colocar mal su precaución y su confianza”.
El autor es docente universitario..