En días pasados, los médicos internos decidieron realizar un paro de labores para solicitar a las autoridades de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) que se les escuche y se les retribuya lo que, por ley, les corresponde: el estipendio o beca asignada durante el último año de su carrera.
El internado universitario es parte del plan de estudios de todo estudiante de medicina que opte por su licencia para el ejercicio de la profesión. Al ser este el último año, el médico interno realiza cinco bloques en diferentes hospitales del país, en cinco grandes ramas de la medicina: cirugía, medicina interna, ginecoobstetricia, pediatría y medicina familiar y comunitaria. El objetivo de dicho año es que el interno universitario ponga en práctica todos los conocimientos adquiridos durante sus años previos y se enfrente a contextos clínicos diversos que lo capacitarán para poder desempeñarse de forma integral cuando ejerza como médico general.
Año clave. En resumen, es un año clave en el que el interno termina de realizar su práctica clínica supervisada, la cual le dará las herramientas para ejercer su profesión en aras del cuidado de los pacientes, ya sea en el tratamiento o prevención de diversas patologías. Y, así, aprenden a suturar heridas, realizar partos, asistir a cirugías, así como el manejo de las enfermedades pediátricas; afinan sobre el tratamiento de enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión, asma y enfermedades del corazón, y aprenden sobre el manejo inicial de enfermedades graves en los servicios de emergencias y todo lo relacionado con la medicina preventiva y de atención primaria (Ebáis).
Pilar fundamental. Aparte de este rol como estudiantes, son un pilar fundamental en la estructura hospitalaria, pues se les asignan funciones específicas dentro de los diferentes servicios clínicos en los hospitales, cumpliendo con exigencias de tipo laboral. Este papel dicotómico del interno universitario ha sido mal manejado en los últimos años por las autoridades de la institución, que, muchas veces, alegan que ellos son estudiantes y no merecen el estipendio: Sin embargo, en el día a día se les exige como a un funcionario más de la seguridad social, dado que cumplen funciones en la atención y cuidado directo de los pacientes, realizan guardias en los hospitales con jornadas laborales de 36 horas continuas y son llamados a cuentas como cualquier empleado.
Suspensión de beca. En la presente administración se les ha suspendido la beca, y la presidenta ejecutiva de la Caja alega que se obtendrá un ahorro importante en las finanzas. Sin embargo, esto debe ser visto de forma crítica y reprochable, pues los números no demuestran que ese argumento sea veraz.
Esto puede verse como una violación a la legislación vigente, pues esta beca está contemplada en el artículo 8 de la Ley 6836, referente a incentivos a los profesionales en ciencias médicas, que establece lo siguiente: “El interno universitario tendrá una beca del 36,6% del salario base de un médico general G-1”, lo cual corresponde, hoy en día, a un monto aproximado de ¢292.000 mensuales.
Además, hay que mencionar que esta beca solo se otorga a 350 del total de internos universitarios (alrededor de 600 en el 2013), la cual se asigna luego de realizar un examen en el que se premian las mejores notas, independientemente de si provienen de una universidad pública o privada. Este año, se les debería asignar a poco más de un 50% de todos los médicos internos, y el resto tendrá que realizar sus funciones sin dicha beca. Esto genera un desembolso aproximado de ¢1.200 millones por año. La presidenta ejecutiva de la Caja aduce que, con esto, se genera un ahorro sustancial a la institución, que se podría utilizar para mejorar los servicios de salud.
Varias preguntas. Mis preguntas son las siguientes: ¿por qué no se enfoca en cobrar a las instituciones morosas? Por ejemplo, la deuda que honró el deportivo Saprissa, que ella orgullosamente presentó como si se tratara de una donación, corresponde al 60% del total de la beca de los internos.
¿Por qué no se mejora la planificación a nivel central? Al respecto, cabe citar, entre otros, los siguientes hechos: se vencen medicamentos que cuestan cientos de millones de colones, se agotan medicinas esenciales, se pagan millones de dólares en compras de servicios a proveedores externos y alquileres de cientos de millones de colones por falta infraestructura.
¿Por qué no se termina, de una vez por todas, con la alcahuetería de permitir que no se cobren facturas pendientes a quienes no cotizan? Como lo reveló recientemente el programa de televisión 7 días , el año pasado quedaron sin cobrar facturas por ¢9.900 millones solamente en tres hospitales nacionales, lo que corresponde a un 825% del total de becas para los médicos internos.
Esto claramente generaría un impacto significativo en las arcas de la institución, mejorando la calidad en la prestación de los servicios, en lugar de sacrificar la beca que, por ley, les corresponde a los médicos internos, que, a pesar de cumplir con las exigencias de un funcionario, siguen teniendo las necesidades de un estudiante.
Todo lo anterior demuestra que los dirigentes de la Caja no tienen un norte claro con respecto a la solución de la crisis financiera de la institución, y que, además, como dice el refrán, “la cuerda siempre se revienta por la parte más débil”.