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Felicidad epidérmica

La felicidadno dependesolamente de satisfacciones externas

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Felicito a Ana Istarú por su artículo “Nadie necesita ser una estrella de rock ”, publicado en Proa el pasado 21 de noviembre en la parte que refleja la inconsistencia de las ambiciones desmedidas; sin embargo, más allá de los lugares comunes que previenen contra la fama y el enriquecimiento desproporcionado, su conclusión final no deja de ser un homenaje involuntario a aquello que denuncia. La felicidad, por supuesto, no está en ser objeto del acoso de paparazzis ni acreedor de cuentas bancarias de diez dígitos o más, pero tampoco consiste en “que te quiera tu madre, que te esperen en casa, que salgás a bailar y a enamorarte”, tal como la periodista sostiene en el penúltimo párrafo del citado artículo. Al fin y al cabo, este tipo de felicidad doméstica, por llamarla de algún modo, bebe las fuentes de la felicidad carnavalesca que critica, pues ambas se asientan en la misma base: lo externo.








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