Paul Kruchoski, del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), señala que en el 2040 muchos de los niños nacidos en el 2016 estarán entrando en la fuerza laboral y que el mundo que ellos van a encontrar será muy distinto del nuestro.
Se toparán con una realidad moldeada por la inteligencia artificial, vehículos autónomos, biología sintética y muchas otras tecnologías emergentes. Sin duda, un panorama que para muchos parecería más una película de ciencia ficción.
Resalta Kruchoski que, en esta época de cambio digital acelerado, también conocido como la Cuarta Revolución Industrial, necesitaremos centros de educación innovadores que puedan proveer a las próximas generaciones las competencias del futuro, y se pregunta: ¿Están los sistemas educativos preparados para capacitar a esos estudiantes para el nuevo escenario laboral?
En su análisis, resalta que, aunque todos los sistemas son diferentes, los retos que enfrentan son los mismos. El estudio muestra cuáles países son ganadores en maximizar el empleo y el desempeño educativo. No sorprende encontrar entre esas naciones a Finlandia o Corea del Sur, que han apostado por la innovación para el desarrollo de sus sociedades.
Sistema educativo costarricense. ¿Qué pasa con Costa Rica? ¿Está el sistema educativo costarricense preparado para educar a nuestros niños y jóvenes en las habilidades requeridas en el futuro? ¿Podremos sacar provecho de la conjugación de las tecnologías digitales con la biotecnología, la Internet de las cosas, la impresión 3D y la robótica? ¿Seremos en el 2040 un país líder por su educación o nos habremos quedado enfrascados en discusiones académicas?
Y quizás la pregunta más importante de todas: ¿Tendremos la capacidad para usar estas tecnologías para sacar a más gente de la pobreza con trabajos bien remunerados? ¿Podremos los costarricenses usar la educación y el cambio tecnológico para reducir la brecha social en busca de un país más próspero y equitativo?
Visión futurista. Kruchoski describe nueve aspectos que deben ser tomados en cuenta en las políticas educativas, entre ellos, contar con una visión convincente del futuro.
Resulta evidente que Costa Rica está enfrascada en el cortoplacismo. No estamos proveyendo una visión convincente del país que queremos para el 2040, mucho menos aún, está nuestro sistema educativo alineado con los retos y las oportunidades por delante.
De continuar así, seguiremos perdiendo competitividad. Causa preocupación el que hayamos, recientemente, caído importantes posiciones en el índice de competitividad mundial. Nuestro país descendió para ser el 4.° en términos generales en América Latina al tiempo que competidores como Chile, Panamá y México mejoraron.
No pueden pasar inadvertidos los descensos de 11 lugares en el pilar institucional, otros 11 en el pilar de eficiencia del mercado, otros 11 en innovación y 4 en sofisticación de negocios.
No podemos permitir que nuestro país y nuestra fuerza laboral, reconocida en el mundo entero por su calidad y desempeño, pierdan ese lugar de privilegio del que hoy gozamos gracias a las valientes y visionarias decisiones del pasado. Nos corresponde hacer los cambios necesarios del ahora y del futuro.
La Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo (Cinde) ha trabajado de la mano con el Ministerio de Educación Pública, las universidades e institutos de enseñanza, el Instituto Nacional de Aprendizaje y la academia internacional en el desarrollo de nuevas especialidades técnicas y universitarias, así como en la mejora de los planes de estudios existentes y el dominio de segundos idiomas en nuestro país.
Los anteriores son esfuerzos de gran valor, pero no son suficientes para continuar constituyendo a Costa Rica en una sede con niveles de competitividad mundial, tanto para la inversión extranjera como para el desarrollo de empresas nacionales de alta tecnología.
El talento de nuestra población ha sido nuestra gran ventaja competitiva, pero es indudablemente nuestro gran reto de hoy y del mañana.
Tenemos por delante la misión, como país, de definir una ruta clara que nos permita preparar a nuestro recurso humano con esa visión de futuro y de cambio tecnológico que Kruchoski nos señala.
El autor es presidente de la Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo (Cinde).