El Foro de Occidente, constituido para impedir la concesión de la carretera a San Ramón en las condiciones anunciadas por el Gobierno, decidió tomar las riendas de su protesta. No se niega a recibir a individuos y organizaciones interesados en apoyar sus esfuerzos, pero enfatiza la claridad de su agenda y el rechazo a las distracciones.
Ni la politiquería ni la reivindicación de otras causas tienen cabida en el empeño de los vecinos de San Ramón, Grecia, Palmares, Naranjo, Atenas, Valverde Vega y Zarcero. Tampoco hay lugar para la irresponsabilidad y la estridencia. Desde ahora, los dirigentes anuncian el propósito de no interferir con la visita del presidente estadounidense, Barack Obama.
La renuncia a la amenaza de deslucir una importante actividad de la política exterior y el rechazo a permitir la utilización de su causa para otros fines son muestras de madurez y compromiso cívico. Más allá de cualquier consideración sobre el tema de fondo, la política adoptada por el Foro de Occidente lo fortalece como interlocutor responsable. Sobre el movimiento y sus dirigentes no cabe ya sospecha de motivos ulteriores ni hay dudas en cuanto a la sinceridad de sus convicciones.
El Gobierno debe prestar atención a los agravios expresados y explorar, con apertura de pensamiento, las vías para resolver el conflicto. La protesta es un medio legítimo de participación democrática y cuando se ejerce en el marco de la ley, los oídos atentos del Estado deben reconocer su valor.
“El objetivo es uno, y ese es la carretera. Ya hemos recibido colaboración y apoyo de diputados y líderes de sindicatos. Estamos abiertos a eso, siempre y cuando no se desvirtúe la lucha”, dijo Paul Brenes, vocero del Foro de Occidente y uno de sus más destacados dirigentes.
Con igual claridad se expresó el abogado Juan Miguel Villalobos: “Estamos muy enfocados y no queremos que nuestra lucha sea un trampolín político para nadie, ni que se lleven otras consignas que no sea la concesión”. Paradójicamente, el rechazo a sumar fuerzas animadas por otros propósitos amplía el movimiento. Impedir el secuestro de la causa por alguna corriente política u otros intereses ajenos permite que en Foro de Occidente quepan simpatizantes de todas las tendencias, unidos en torno a un objetivo concreto.
La posición adoptada el miércoles, en la primera reunión plena del Foro, no es solo inobjetable desde el punto de vista del civismo, sino también inteligente desde la perspectiva de la política. La conflictividad impulsiva, desenfrenada, en perpetua espera de un conflicto para manifestarse sin orden, erosiona voluntades y suscita el rechazo de ciudadanos hastiados por el desconcierto cuyas causas no siempre alcanzan a explicarse. Los reclamos, en muchas oportunidades legítimos, se diluyen en el universo de temas invocados para potenciar la convocatoria a la manifestación.
Al final, no queda claro cuáles son los motivos y si alguno de ellos tiene razón. Se evidencian, sin embargo, los deseos de algún diputado por figurar, la inclinación a la aventura violenta de algún joven estudiante o el propósito de allegar agua al molino de algún sector específico, aprovechando los reclamos de los demás componentes de la protesta.
Los dirigentes del Foro de Occidente dieron la espalda a ese curso de acción, lograron posicionar sus reclamos en el debate nacional y, más allá de la coincidencia o no con sus opiniones, es preciso reconocer que se presentan como una instancia respetable para conducir el diálogo. No renuncian a adoptar “medidas de presión”, según las declaraciones de Brenes, pero tampoco abandonan el tono respetuoso. Ojalá en el fragor del debate no se aparten de ese camino.
Presionado por el planteamiento hecho hasta ahora, el Gobierno flexibilizó su posición, retiró de la discusión al ministro de Obras Públicas, cuya intervención inicial lo había dejado con pocas posibilidades de negociación y explora la posibilidad de modificar el contrato. El Foro de Occidente no se declara satisfecho con esas medidas, pero sus dirigentes no pueden dejar de entenderlas como una mejora.