El Partido Acción Ciudadana (PAC) pregona la transparencia, pero a la hora de la práctica, tiende espesas cortinas de humo para vedar a la opinión pública el conocimiento de su situación interna. Elizabeth Fonseca, presidenta de la agrupación, respondió ayer a un editorial de La Nación sobre las tensiones surgidas entre las dos grandes tendencias partidarias. La respuesta minimiza la confrontación, casi al punto de negarla.
En el PAC, dice doña Elizabeth, hay “matices y contradicciones” porque es, en esencia, un partido “inclusivo y diverso”. Eso “'no da lugar a nadie para que se tome la atribución de etiquetar tendencias dentro del PAC, con calificativos que no explican mayor cosa”.
Se equivoca. En una democracia, cualquiera tiene la atribución de expresar sus opiniones y analizar los acontecimientos políticos. Para hacerlo, es indispensable calificar los fenómenos. A la presidenta no le “'asusta la discusión interna”, pero no parece dispuesta a que el debate trascienda los confines de los órganos de decisión partidaria, donde ella y sus colaboradores se sienten cómodos.
El PAC, en manos de su actual dirigencia, es una organización diferente, y el público tiene derecho a saberlo. Los dirigentes deberían sentirse obligados a explicar el cambio, pero no lo hacen, quizá por cálculo político. La propia doña Elizabeth, molesta por los “calificativos que no explican mayor cosa”, es poco explícita en sus explicaciones: “'cambios en el PAC, sí, los hay, y podemos prever más en el horizonte'”.
Luego, en vez de razonar los cambios, enfatiza la continuidad: “'pero el PAC continúa siendo esa fuerza esencialmente sana'”. Ni siquiera cuando admite el desplazamiento de la dirigencia tradicional logra doña Elizabeth marcar distancia con el pasado. Por el contrario, rescata, casi con desesperación, la presencia de Ottón Solís: “el partido se encuentra en una transición hacia nuevos liderazgos, obviamente sin excluir el de su fundador”.
¿Se refiere al mismo Ottón Solís de la foto tras el mecate? ¿El que se vio obligado a abandonar la Comisión Política y se manifestó seguro de que su retiro sería motivo de celebración? ¿El mismo que, en opinión del diputado Manrique Oviedo, tardó demasiado en tocar retirada porque “'en las reuniones del comité político veía las muestras de hostilidad e irrespeto hacia él y más bien se preguntaba cómo había durado tanto”?
Para describir los acontecimientos en el PAC, nuestros editoriales mencionaron un pugna de tendencias y las identificaron como “corrientes fundacionales”, encabezadas por don Ottón, y el “ala izquierda”. Esas, para doña Elizabeth, son “etiquetas” que no explican mayor cosa. Explican mucho, pero, si prefiere las utilizadas por calificadísimos miembros de su partido, podríamos hablar de “chavistas”, como los llama don Alberto Cañas, antecesor de doña Elizabeth en la presidencia del PAC.
Ya doña Elizabeth comunicó al país, con displicencia, que a don Alberto “se le perdonan esas cosas”. No se le perdonan a La Nación, aunque el tono sea mucho más comedido. Se le perdonan, sin embargo, a doña Elizabeth, quien dio declaraciones a la radio sobre el ingreso al PAC de personas “más tradicionales y conservadoras que la mayoría”.
La dicotomía válida es, entonces, la de los “conservadores” y “la mayoría”, calificativos mucho más útiles para explicar los acontecimientos, en opinión de la presidenta del partido.
En cualquier caso, el PAC está “infiltrado”, como dice don Alberto. Hay una infiltración de “chavistas”, si se escucha a la “corriente fundacional”, o más bien de “conservadores”, si se adopta la óptica de la presidenta.
Las “etiquetas” utilizadas por el ex jefe de fracción Manrique Oviedo deben ser desechadas, pues se parecen demasiado a las de los editoriales de este periódico. Oviedo habla de gente de izquierda en la fracción.
Por su parte, la Juventud Progresista, ganadora de los comicios recién anulados por el Tribunal Supremo de Elecciones, se apropió de una etiqueta elegante a lo interno del nuevo PAC, pero no tanto como para adoptarla para definir a toda la agrupación, según pretendía la derrotada propuesta del “ala izquierda”, “la gente de izquierda”, “la mayoría”, los “no conservadores”, los “progresistas” o los “chavistas”, como doña Elizabeth prefiera.