Si las elecciones fueran hoy –pregunta Cid-Gallup a 1.205 ticos mayores de 18– ¿por quién votaría? La encuesta, publicada en abril, revela sorpresas y deja grandes interrogantes.
Un 29% se inclinó por Antonio Álvarez (PLN); un 24% por Juan Diego Castro (aún sin partido que lo apadrine); el 22% no tiene partido ni candidato; Rodolfo Piza (PUSC) remonta al 11%; Otto Guevara (ML), 8%; Rodolfo Hernández (PRSC), 4%; y Carlos Alvarado (PAC), apenas un 2% (tal vez lo que el PAC necesita para remontar es a Ottón Solís de candidato).
La encuesta dice que, por la atomización del electorado, habrá segunda ronda electoral. Pero ¿es tan claro que ningún candidato llegará al 40%? Hay aún un 22% sin partido que podría decantarse por uno de los mayoritarios y existe la posibilidad de “robar” adhesiones de otras tiendas. También pueden salir ases inesperados sacados de alguna manga. En política, hay volatilidad. Al agregar la adhesión por partidos, PLN acapara el 33%; PUSC y PAC empatan con el 7%; FA cae al 1%; y “otros”, un 3%. Lo relevante es que los sin partido representan el 48%. Esa es la madre del cordero: democracia sin partido.
Juan Diego Castro, polémico y populista según ciertos medios de comunicación proclives a Liberación, o abanderado del descontento popular con la política tradicional y corrupta según las redes sociales, debe persuadir a algún partido de impulsar su candidatura (a cambio, puede ofrecer deuda política postrimera y mejores chances para diputados y concejales y alegrar el ojo de cualquier partido pequeño). Si lo logra, podría haber una sorpresa dado el desgaste de los partidos tradicionales; si no, el lago de indecisos (sin partido) crecería al 48% y cualquier cosa podría pasar.
Sin Juan Diego, el candidato del PLN superaría a la suma de todos los demás. Eso lo ubicaría en una posición privilegiada para llegar de primero a la segunda ronda, si la hubiere, pero no necesariamente le garantizaría el triunfo. El tercero en línea, Rodolfo Piza, podría aspirar a subir a la segunda y tratar de convencer a los votantes de partidos afines y lanzar la caña en el gran lago de los sin partido. Pero otros también podrían tratar de emularlo y colarse en segunda ronda. ¿Quién será el gran elector? Nuevamente, los sin partido, como hace cuatro años, muy alegres de ser independientes y sin ninguna urgencia por casarse, políticamente hablando. Juntos, representan casi la mitad del padrón, una fuerza vital. Y aunque no tienen ideología común, podrían definir esta y futuras elecciones.