Antes de iniciar este escrito queremos aclarar que estas reflexiones carecen de cualquier sesgo o interés político. No se trata ni de una apología a favor del presidente de la República ni de una diatriba contra Jacques Sagot.
Esto, a raíz de un artículo denigrante e irrespetuoso publicado, en este medio, el sábado 19 de este mes, por el pianista y escritor Jacques Sagot.
Está claro que todos tenemos el deber de hacer conciencia y tener una actitud crítica ante las fallas que consideremos se le pueden atribuir a una administración. Pero nos referimos ante todo a la crítica sana, a aquella que pueda aportar algo positivo en un momento de crisis como es el que dolorosamente estamos viviendo.
Es más, es obligación de todo ciudadano estar vigilante y contribuir, con lo mejor de sí mismo, a enfrentar la crisis, tal como lo están haciendo nuestros mejores investigadores, economistas, médicos y personal de la salud, al poner al servicio de los demás sus conocimientos, su abnegación, sus talentos y sus habilidades.
Porque la crítica basada en sarcasmos, insultos y agresión surte efectos negativos. El tono del artículo de Sagot nos ha extrañado ya que se trata de una persona reconocida y considerada culta.
Posiblemente diferimos en el concepto de cultura. La cultura no consiste en la acumulación de conocimientos ni en la lectura de muchos libros.
Su valor reside en la transformación que ejerce en el hombre, sacándolo de su primitivismo y convirtiéndolo en un mejor ser humano: más tolerante, más solidario, más generoso, más respetuoso de los demás.
Tal como reza una frase que se le atribuye a Beethoven: “La única superioridad que reconozco es la de la bondad”. De manera similar, dice Eurípides: “El verdadero valor para mí es la prudencia”.
Por otro lado, pensemos desde un punto de vista humano, ¿no es el presidente también un ser de carne y hueso? ¿No se sentirá en algún momento agobiado, presionado, decepcionado, tratando de afrontar de la mejor manera una situación anormal en la que nadie tiene ni experiencia ni la última palabra? ¿No tiene él el derecho, como todo ciudadano, de tener un fin de semana de vacaciones, en un lugar tal y como corresponde a su cargo?
La actuación del presidente ha sido ponerse al frente de esta situación irregular y debatirse entre dos fuerzas que se tornan antagónicas: la salud y la economía. ¿A cuál darle prioridad? ¿Cómo lograr el equilibrio?
Transcribimos unas palabras de Arabella Salaverry, escritora costarricense, sobre este mismo tema: “¡Cómo cuesta entender a este país! De pronto aflora tanta mezquindad, tanta mirada sucia, tanto análisis barato y de personas que se pensaría deberían aportar a la opinión pública análisis coherentes de la situación que se vive. Es mejor aprovecharse de cualquier circunstancia y criticar, atacar, ofender sin miramientos y sin ningún control (…). Así no se progresa, así fallamos gravemente en tanto (sic) seres humanos, así no saldremos de la miseria mental”.
Nuestra propuesta, inspirada en el respeto y el amor a la patria, es que seamos solidarios y no nos desgastemos luchando entre nosotros.
No existe más que un enemigo común, la pandemia, y es contra ella que debemos luchar. Tratemos de construir en lugar de destruir, porque se complace en destruir quien no ha logrado construir.
Las autoras son filólogas.