Columnistas

Página quince: El oscuro lenguaje de las cosas

Si aguzamos nuestros oídos y silenciamos nuestra ruidosa razón, es posible que consigamos escucharlo

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Tendemos a olvidarlo. Una fuerza que actúa automáticamente en nuestro interior nos lleva a olvidarlo. ¿Olvidar qué? Que vivimos de los muertos. Vivimos en sus casas, usamos sus armarios, sus viejos sofás, sus bibliotecas, sus escritorios, incluso su vajilla, sus camas, acaso sus almohadas y probablemente sus enseres de cocina o las góticas figuras de sus tableros de ajedrez, sus amarillentos juegos de cartas o los tableros de damas españolas o damas chinas, con ese olor a madera vieja que nos devuelve a la infancia: la patria común a todos los seres humanos.








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