El diputado y expresidente del Congreso Henry Mora, de Acción Ciudadana, tiene poco respeto por el Código de Ética de su partido. Lo llama el “famoso” código y lo violó intencionalmente, con el declarado propósito de ridiculizarlo. Confesa la violación, al Tribunal de Ética del PAC solo le resta imponer el castigo o declarar la inaplicabilidad del cuerpo normativo que es su razón de ser, es decir, confesar un horrendo engaño al electorado.
La ética fue bandera electoral del PAC y el código, parte integral de su oferta a los votantes; tanto así que los candidatos, Mora incluido, lo suscribieron para reafirmar el compromiso con la normativa. La firma era requisito para la ratificación de las candidaturas por la asamblea del partido. Ahora, el PAC debe aclarar si todo fue un sainete. O Mora les tomó el pelo a sus correligionarios o el PAC se lo tomó a la ciudadanía. No hay otra forma de plantear el dilema.
El diputado considera “puritana, farisea y absurda” la limitación impuesta por el código al uso de los vehículos legislativos. No obstante, lo firmó para lograr la candidatura. Esa es ahora la cuestión. La violación de las disposiciones sobre el uso de vehículos pasa a segundo plano frente a la inobservancia del deber de honrar la firma y de mantener fidelidad al discurso utilizado para ganar la confianza de los votantes.
La Procuraduría de la Ética concluyó que Mora faltó al deber de probidad cuando mejoró la plaza de la presidenta del PAC, Kattia Martin, en el Congreso. Pero el partido de la ética guardó silencio.
La Sala Constitucional censuró a Mora por “usurpar competencias” cuando dio por aprobada la Ley de Presupuesto contra la voluntad mayoritaria del Congreso. El partido del respeto a la voluntad democrática guardó silencio.
La Sala IV condenó al Directorio legislativo presidido por Mora por violar la libertad de prensa con su decisión de impedir el acceso de los periodistas a informaciones de interés público. El partido de la transparencia guardó silencio.
Con esos antecedentes, no es de extrañar la confianza demostrada por el legislador cuando reta a “cualquiera” a plantear una denuncia ante el tribunal interno.
El PAC, está demostrado, no se toma la ética muy en serio. Cuando mucho, la utiliza como instrumento de propaganda, muy a tono con la conducta de los demás partidos tradicionales. Solo le falta aprender a utilizar selectivamente el tribunal partidario para ejecutar vendettas y eliminar adversarios.