Nadie querría vivir sin amigos, escribió Aristóteles. La amistad es un elemento estructural de la vida. Ninguna cultura o época de pensamiento ha renunciado a ella. Está vinculada a las relaciones personales. Es clave para un gran logro personal: la felicidad. Hannah Arendt afirmó que la conversación verdadera es la que se da entre amigos y por ello, la amistad es un gran agente humanizador. Nos convoca entorno a temas comunes. Tiene un carácter gratuito y desinteresado. Tiene un importante carácter moral, pues tiene la capacidad para promover el cambio y desarrollo en una sociedad.
Puede llegar a configurar la sociedad y por ello, se dice que ha llamado la atención de filósofos, políticos y sociólogos. Es un elemento de cohesión social por su fuerza constructiva. Investigaciones afirman que, desde el plano político, gana cada vez más terreno la idea de amistad cívica. Estudios la proponen como base de la convivencia social y marco de una nueva sociedad que supera el individualismo y promueve el bienestar de los otros. Puede convertirse en un gran motor de cambio social.
La doctora Ana María Romero Iribias, filósofa e investigadora en las universidades de Harvard y Leeds, señala que la amistad puede funcionar como base de la cohesión social en sociedades fragmentadas, cuyas instituciones son incapaces de proporcionarla, generando redes internas entre los individuos que alivian el trabajo de las instituciones en las sociedades de bienestar. Es agente de construcción social en la medida que tiene capacidad de promover y asumir protagonismo ciudadano. A ello se le ha llamado humanismo cívico: «ser protagonista libre en la configuración de la sociedad». Esto requiere el fomento de la iniciativa privada, espacio y condiciones necesarias para crear y desarrollar propuestas.
Romero comenta que es, precisamente, cuando las personas asumen el protagonismo en la conformación de la sociedad, que la amistad puede tener un lugar preponderante, dada su capacidad creativa y los lazos de cohesión interna que genera. Investigaciones confirman que la amistad, como agente de cambio social, es fundamental para gestar el cambio político. Se abre un amplio espacio a libertades sociales y protagonismo del ciudadano, cuando la amistad se constituye como base de un nuevo modelo de relaciones; cuando se aleja de una sociedad que tuvo un fuerte individualismo durante siglos. La amistad se ve como una fuerza social más madura.
Cita esta filósofa al sociólogo británico R. E. Paul, quien afirma que el individualismo no es una base adecuada para el orden social. Las redes sociales aparecen como un factor esencial de la cohesión. Las instituciones y la actuación política se apoyan en ellas, ya que son como un tejido intra-social que les hace fuertes para actuar con independencia del criterio de la mayoría.
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Aprecio y seguridad
Estudios comprueban que los amigos proporcionan un fuerte sentimiento de aprecio y seguridad, capaz de movilizar energías hacia el emprendimiento de iniciativas empresariales, culturales o políticas. La historia muestra que muchas grandes obras han nacido en círculos de amistad como Apple y Microsoft. Expertos señalan que las sociedades que fomentan las amistades exigen un elevado nivel de ciudadanía.
El entrelazamiento de libertades genera una gran fuerza creativa de construcción. Los valores individuales de los amigos se suman y multiplican. El filósofo Ricardo Yepes apunta que la amistad les impulsa a ir más allá de sí mismos. Les moviliza, saca de la indiferencia y crea algo llamado sinergia: «La mayor sinergia es ser amigos».
Concluye la doctora Romero Iribias que la amistad propicia el diálogo y se nutre de él. Busca la convivencia y el trato mutuos. Se basa en la confianza. Se dirige a la persona como tal y no como medio para los propios fines. Ve en el otro un colaborador y no un potencial competidor. Se sustrae de la lógica de las relaciones mercantilistas. Desarrolla en cada uno cualidades que facilitan la convivencia y la vida en sociedad. Fomenta la alteridad. Se basa en una cierta igualdad y se asienta sobre un suelo común. Revela la dignidad personal y llena de sentido la existencia. Es capaz de aunar en torno a proyectos comunes y es capaz de generar cohesión interna. «La amistad es tan antigua, tan ponderosa, tan sugerente y bella como el mismo ser humano puede llegar a ser». El anhelo de amistad permanece vivo en la sociedad, pues tiene una enorme riqueza y capacidad de dotar significado a nuestra existencia. Sí, los buenos amigos alegran el corazón. Sacan lo mejor de nosotros mismos y nunca se olvidan.
La autora es administradora de negocios.