Muy pocas de las frases pronunciadas por Bernardo Arévalo al asumir la presidencia de Guatemala tuvieron sesgo negativo. Pero incluso en estas imperó un sabor a esperanza. Su “nunca más” se dirigió contra el autoritarismo, las violaciones a los derechos humanos, la intolerancia, la arbitrariedad, la injusticia, la marginación, la violencia “como medio para promover agendas políticas o preservar privilegios” y la postración de las instituciones “ante la corrupción y la impunidad”.
Más allá, su mensaje se centró en las iniciativas para abordar los monumentales problemas y rezagos sociales, económicos y políticos del país. Para esto fue elegido, y por esto enfrentó —y superó— enormes obstáculos que poderosos sectores inmovilistas, corruptos y autocráticos pusieron en su camino. Desde esta experiencia, alimentada por convicciones, Arévalo asumió también un sólido compromiso democrático, que trasciende su territorio y nos toca a todos.
“El mundo —dijo— se ve confrontado por una ola de autoritarismos, la propagación de la intolerancia y la restricción del disenso”. Los guatemaltecos la enfrentaron mediante un “ejemplo inesperado de convicción y resiliencia democrática”. Y su gobierno se mantendrá “firmemente comprometido con la lucha por la preservación y la expansión de los principios de libertad y democracia, tanto en Guatemala como en Centroamérica, y estará presente donde sea posible y necesario”.
¿Su guía? Que el país sea “un actor responsable, influyente y participativo en una comunidad política global que aborda desafíos comunes desde una perspectiva propia”.
Ante los embates de “manos duras” represivas y violatorias del Estado de derecho, prometió “un enfoque democrático” en la política de seguridad ciudadana. Contra la intolerancia, propuso un “compromiso continuo con el diálogo”, porque “al escuchar y entender las diversas perspectivas podemos construir políticas más inclusivas y efectivas que beneficien a toda la población”. Y rechazó contraponer democracia y justicia social.
Aún está por verse cómo impulsará sus estimulantes compromisos. Los obstáculos seguirán y los recursos no abundan. Sin embargo, su claridad de visión y la forma en que la articula son bocanadas de aire fresco en nuestros enrarecidos entornos políticos. Espero que ayuden a oxigenar el nuestro.
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El autor es periodista y analista.