Economistas, periodistas, politólogos y encuestadores nos hemos vuelto apostadores. Predecimos resultados económicos y políticos como si poseyéramos el don de la infalibilidad. Peor aún, nos dejamos llevar por prejuicios, fobias, banderas e ideologías sin mostrar ningún rubor ni humildad. Todos fallamos, pero unos más que otros.
El FMI predijo que la economía mundial se recuperaría en 2016-17, más tuvo que revisar sus cifras tres veces a la baja; politólogos y encuestadores apostaron que en Inglaterra ganaría el “no” y, en EE. UU., Hillary Clinton, y hubo medios, como el New York Times y CNN, que apostaron fuerte. Todas las encuestadoras en Real Clear Politics, salvo dos, le iban a los demócratas y todos los medios de comunicación, salvo dos, predijeron la caída republicana. La realidad les dio la espalda.
En Costa Rica, unos economistas porfiaban que el PIB se desplomaría, las exportaciones caerían, tasas de interés al alza, la inflación remontaría y el colón habría de devaluarse (a dedo) para evitar el Apocalipsis. Unos analistas y reporteros hacían eco de esas apuestas, persuadidos de que portaban la razón. Pues bien, fallaron lastimosamente.
El PIB real se recuperó y creció un 4,7% en el 2015 y un 4,3% en el 2016; las exportaciones de bienes alcanzaron records históricos en el 2016; la inflación se sentó a descansar sobre las tasas más bajas de las últimas décadas; las tasas de interés bajaron varios puntos porcentuales (contra todo pronóstico de ciertas firmas consultoras y la reticencia bancaria); y el tipo de cambio respondió más a las fuerzas del mercado que a la presión de los apostadores (aunque con más intervención oficial de la que muchos hubiésemos querido).
¿Cuáles son las apuestas para el 2017-18? Debemos observar la tendencia de indicadores objetivos como el IMAE y otros para estimar el crecimiento real y las variables financieras; incorporar (sin entusiasmo) el cálculo de organismos internacionales, las políticas y programas “macro” de entes ticos y sazonarlo todo con experiencia personal y razonamiento crítico; habrá que agregar dos granos de sal, pimienta negra, ron sabanero y guarito Cacique (pa’ inspirarse), batirlo bien en una coctelera de vidrio (plástica, no), pero, sobre todo, no tomarla muy en serio. Tendremos así una poción razonablemente dosificada y, quizás, útil para subsistir en el 2017-18. Los detalles los daré en una próxima columna (si sobrevivo).