Trump es tan loco que tuitea a las 3 de la mañana. Tal vez, se acostumbró cuando pernoctaba en la farándula. Me recuerda la anécdota de un tuitero al preguntar a una hermosa dama: Do you tuit at night? Ella al punto respondió: I do; do you? Entonces él, con las rimas de KC & the Sunshine Band, le cantó: That's the way, huh/ I like it, uh-huh, uh-huh…
Pence es más cuerdo. Cuestiona con razón la arrogancia de los medios que, en vez de ver los yerros del modelo económico tradicional que causaron la reacción popular, se enseban en vaticinar, desde ahora, su fracaso. ¿No se les ocurrió pensar que –agrego yo– la globalización, con sus bondades, también generó marginación y desigualdad; que la inmigración descontrolada puede afectar el empleo y salarios; que el vertiginoso desarrollo tecnológico exige tender la mano amiga a los desplazados; las excesivas regulaciones y altos impuestos socavan el ingreso disponible de las personas y empresas para ahorrar e invertir; los fondos asignados a programas sociales creados por tantas administraciones ( pork barrel ) se disipan en burocracia y clientelismo político; y que un ambicioso programa de inversión pública, en vez de gasto corriente, podría catapultar el crecimiento, empleo y productividad? (Cualquier parecido a Costa Rica, en miniatura, es mera coincidencia).
Quiérase o no, habrá cambios en la esfera económica. Trump y Pence tratarán de imponer su visión sobre impuestos, tasas, inversión extranjera, energía y comercio internacional. Algunas podrían favorecer a la economía mundial; otras, evidentemente no. Pero todas, aun las malas, deben provocar honda reflexión: ¿Qué estaba bien en el sistema tradicional para preservarlo y cómo se debería mejorar?
Por Ej., los gobernantes costarricenses, antes de modificar el impuesto sobre la renta, deberían aquilatar la posibilidad de que en EE. UU. se reduzca la tarifa marginal del 35% al 15% y que los demás países se vean forzados a imitarlos para no quedar rezagados y perder competitividad. También, que podría mermar la inversión extranjera al subir los intereses en los mercados internacionales y estimularse la repatriación de capitales por un tratamiento fiscal más favorable (tasados a un 10%); entonces, podríamos tener problemas de balanza de pagos. En vez de seguir lamentando una elección que ya pasó, sería más productivo enfrentar el mundo con su cruda realidad.